No resulta extraño que mucha de la gente que anda por una calle cualquiera en ciudades como San Francisco, Washington D.C. o Seattle ingrese más de 100.000 dólares al año, unos ingresos que a pesar de todo no les permiten vivir con holgura ni mucho menos.
La libertad de movilidad que ha hecho tan famoso el estilo de vida americano está en entredicho. Hoy una imensa mayoría de americanos viven en las ciudades que pueden permitirse y quedan excluidos de la liga de las grandes urbes de prestigio. Ni aunque quisieran vivir en la periferia, algo que, de momento, no sucede en las grandes urbes europeas.
Recomiendo la lectura de este artículo del Atlantic Monthly acerca del fracaso que representa que las ciudades en las que habita más gente de izquierdas y progresistas sean no sólo las más caras sino en aquellas en las que hay más desigualdad.
http://www.theatlantic.com/business/archive/2014/10/why-are-liberal-cities-so-unaffordable/382045/?utm_source=SFFB
¿Cómo son los americanos? ¿Son tan simples como dicen algunos? ¿Les conocemos tan bien como creemos gracias a las noticias y las películas? ¿En qué se diferencian de los españoles? En American Psique, César García responde a éstas y otras preguntas a través de un análisis pormenorizado de los elementos que conforman la psicología de los habitantes de los Estados Unidos en el siglo XXI.
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jueves, 25 de febrero de 2016
miércoles, 17 de febrero de 2016
¿Es Estados Unidos una democracia más?
La primera democracia del mundo, dicen algunos en Europa, no
puede seguir la senda del populismo dicen algunos en Europa quejándose de las
formas y el discurso de Donald Trump e
incluso de Bernie Sanders.
El nivel de violencia y confrontación de los americanos está
alcanzando niveles excesivos, dicen los que se autoproclaman moderados en
Estados Unidos.
En realidad, ni los unos ni los otros están en lo cierto
aunque tampoco se equivoquen del todo.
Lo cierto es que personajes como Donald Trump, de mejor o
peor gusto, los hay en casi todas las democracias europeas. No encuentro
demasiadas diferencias entre el viejo Jean Marie Le Pen y el magnate
norteamericano. Es un discurso clásico en el que se abrazan el populismo y la
xenophobia pero que en todos los países encuentra correligionarios sobre todo
en un mundo globalizado en el que una clase trabajadora depauperada busca
formas de frenar la bajada de poder adquisitivo que genera la inmigración
cuando el salario mínimo es tan bajo como en los Estados Unidos. Lo raro es que
en España no haya aparecido uno similar.
Aunque parezca radical y excéntrico a algunos, lo que Bernie
Sanders proclama no es otra cosa que construir una versión norteamericana de la
socialdemocracia europea. Podrá decirse que no encaja con la idiosincracia o
los valores norteamericanos pero tampoco debería resultar tan raro que un país
con mayor renta per cápita que Alemania o Suecia no disponga de un seguro
universal o universidad gratuita. Tampoco parece pedir demasiado, aunque
sepamos que las barreras de todo tipo lo hacen utópico.
Es verdad que las descalificaciones personales a lo Donald
Trump, quien hizo burla del físico de Carly Fiorina (otro de los candidatos
republicanos de las primarias) diciendo que quien iba a votarla con esa cara,
son menos habituales en la política americana. Mientras que en España los
navajazos de los que brota la sangre a borbotones abundan, las estocadas en la
sociedad norteamericana son más subterráneas aunque no por ello menos
contundentes.
En todo caso, Donald Trump se ha aprovechado con acierto de
un discurso mediático constreñido por los estándares de lo políticamente
correcto. En una sociedad del espectáculo, muchos echan de menos otro tipo de
voces aunque sean hoscas y desagradables.
En cierto modo, no es sino las misma mala hostia que abunda
tanto en los comentarios de las noticias en los periódicos digitales y en los
chats. Bastantes americanos también sienten esa pulsión. Como en cualquier otra
democracia occidental. Si alguna vez América fue o se sintió excepcional cada
ve lo es menos.
jueves, 11 de febrero de 2016
Latifundistas simpáticos
En España la palabra latifundio tiene connotaciones
evidentemente negativas. Nos suena a
atraso secular, pasado rancio e injusticia social, a grandes fincas en
Andalucía y Extremadura trabajadas por jornaleros que perciben sueldos de
hambre.
La posesión de grandes extensiones de tierra por alguien que
no es el estado parece impropio de las sociedades desarrolladas.
No faltan razones para ello.
Sin embargo, los latifundios siguen existiendo y no solo en
Latinoamérica o Africa.
Los noticieros americanos han anunciado casi con alborozo
que el multimillonario Stan Kroenke, dueño de uno de los principales equipos de
la NFL, los Rams de Saint Louis, ha comprador 520.000 acres de tierra en el
estado de Texas o, dicho de otro modo, el equivalente a la extension de Los
Angeles y Nueva York juntas, dos ciudades que no son pecata minuta.
La finca, por decirlo de un modo suave, tarda en recorrerse
varios días y comprende mil pozos de petróleo, unas 7.000 cabezas de ganado y
una gran riqueza ecológica.
Gracias a esta adquisición, Stan Kroenke se convierte en uno
de los cinco grandes latifundistas norteamericanos junto a Ted Turner.
Se supone que el magnate norteamericano ha pagado unos 725
millones de dólares o alrededor de un 10 por ciento de su fortuna que ronda los
7.200 millones de dólares.
La noticia ha sido cubierta casi como si se tratara de una
curiosidad, un suceso simpático al tratarse de alguien vinculado al mundo del
deporte. Ninguna valoración de las implicaciones sociales o económicas de este tipo de adquisiciones.
De que un solo postor se haya hecho con una cantidad de terreno similar a la
mitad del estado de Rhode Island. Si sucediera en Colombia o Argentina, que no
oiríamos sobre esas sociedades.
Es cierta que la posesión de tierra ha perdido valor o
incluso prestigio. Que en un país todavía inmenso para la población que alberga
esto se pone más de manifesto, pero no deja de sorprender que cuando el tema de
la desigualdad y un cierto sentimiento de rebelión contra las élites está latente en la campaña electoral, este tipo de noticias pasen relativamente
inadvertidas.
El mundo definitivamente ha cambiado. Los nuevos latifundistas son los grandes inversores de Wall Street, los magnates de la tecnología o incluso la clase política. Los viejos latifundistas resultan hasta simpáticos.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Cientos de librerías de Amazon por doquier
Amazon planea abrir cientos de librerías en los Estados Unidos mayormente en centros comerciales. Aparentemente serán pequeños quioscos, un poco como una especie de correlato bibliófilo de los ministarbucks, lugares relativamente elegantes, de paso y predecibles. Mejor que un Carrefour pero no llega al rango de librería.
Y es que en América las librerías cierran. En muchas universidades apenas venden más que libros de texto. En la capital, Washington D. C., no queda una sola gran cadena con el cierre del último Barnes & Noble.
Después de haberse cepillado a buen número de librerías tradicionales, parece que el modelo futuro está en los malls, al igual que ha sucedido con las pantallas de cine. Comprar un libro cinco estrellas en valoración del usuario después de haberse comprado una camisa en Zara y un paraguas en Macy's.
Internet quedará para los bibliófilos y el mundo físico para los bestsellers.
http://www.chicagotribune.com/business/ct-amazon-opening-hundreds-of-bookstores-20160203-story.html
Y es que en América las librerías cierran. En muchas universidades apenas venden más que libros de texto. En la capital, Washington D. C., no queda una sola gran cadena con el cierre del último Barnes & Noble.
Después de haberse cepillado a buen número de librerías tradicionales, parece que el modelo futuro está en los malls, al igual que ha sucedido con las pantallas de cine. Comprar un libro cinco estrellas en valoración del usuario después de haberse comprado una camisa en Zara y un paraguas en Macy's.
Internet quedará para los bibliófilos y el mundo físico para los bestsellers.
http://www.chicagotribune.com/business/ct-amazon-opening-hundreds-of-bookstores-20160203-story.html