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jueves, 25 de febrero de 2016

Ciudades para ricos

No resulta extraño que mucha de la gente que anda por una calle cualquiera en ciudades como San Francisco, Washington D.C. o Seattle ingrese más de 100.000 dólares al año, unos ingresos que a pesar de todo no les permiten vivir con holgura ni mucho menos.

La libertad de movilidad que ha hecho tan famoso el estilo de vida americano está en entredicho. Hoy una imensa mayoría de americanos viven en las ciudades que pueden permitirse y quedan excluidos de la liga de las grandes urbes de prestigio. Ni aunque quisieran vivir en la periferia, algo que, de momento, no sucede en las grandes urbes europeas.

Recomiendo la lectura de este artículo del Atlantic Monthly acerca del fracaso que representa que las ciudades en las que habita más gente de izquierdas y progresistas sean no sólo las más caras sino en aquellas en las que hay más desigualdad.

http://www.theatlantic.com/business/archive/2014/10/why-are-liberal-cities-so-unaffordable/382045/?utm_source=SFFB


miércoles, 17 de febrero de 2016

¿Es Estados Unidos una democracia más?

La primera democracia del mundo, dicen algunos en Europa, no puede seguir la senda del populismo dicen algunos en Europa quejándose de las formas y el discurso de Donald Trump  e incluso de Bernie Sanders.

El nivel de violencia y confrontación de los americanos está alcanzando niveles excesivos, dicen los que se autoproclaman moderados en Estados Unidos.

En realidad, ni los unos ni los otros están en lo cierto aunque tampoco se equivoquen del todo.

Lo cierto es que personajes como Donald Trump, de mejor o peor gusto, los hay en casi todas las democracias europeas. No encuentro demasiadas diferencias entre el viejo Jean Marie Le Pen y el magnate norteamericano. Es un discurso clásico en el que se abrazan el populismo y la xenophobia pero que en todos los países encuentra correligionarios sobre todo en un mundo globalizado en el que una clase trabajadora depauperada busca formas de frenar la bajada de poder adquisitivo que genera la inmigración cuando el salario mínimo es tan bajo como en los Estados Unidos. Lo raro es que en España no haya aparecido uno similar.

Aunque parezca radical y excéntrico a algunos, lo que Bernie Sanders proclama no es otra cosa que construir una versión norteamericana de la socialdemocracia europea. Podrá decirse que no encaja con la idiosincracia o los valores norteamericanos pero tampoco debería resultar tan raro que un país con mayor renta per cápita que Alemania o Suecia no disponga de un seguro universal o universidad gratuita. Tampoco parece pedir demasiado, aunque sepamos que las barreras de todo tipo lo hacen utópico.

Es verdad que las descalificaciones personales a lo Donald Trump, quien hizo burla del físico de Carly Fiorina (otro de los candidatos republicanos de las primarias) diciendo que quien iba a votarla con esa cara, son menos habituales en la política americana. Mientras que en España los navajazos de los que brota la sangre a borbotones abundan, las estocadas en la sociedad norteamericana son más subterráneas aunque no por ello menos contundentes.

En todo caso, Donald Trump se ha aprovechado con acierto de un discurso mediático constreñido por los estándares de lo políticamente correcto. En una sociedad del espectáculo, muchos echan de menos otro tipo de voces aunque sean hoscas y desagradables.

En cierto modo, no es sino las misma mala hostia que abunda tanto en los comentarios de las noticias en los periódicos digitales y en los chats. Bastantes americanos también sienten esa pulsión. Como en cualquier otra democracia occidental. Si alguna vez América fue o se sintió excepcional cada ve lo es menos.


jueves, 11 de febrero de 2016

Latifundistas simpáticos

En España la palabra latifundio tiene connotaciones evidentemente negativas. Nos suena  a atraso secular, pasado rancio e injusticia social, a grandes fincas en Andalucía y Extremadura trabajadas por jornaleros que perciben sueldos de hambre.

La posesión de grandes extensiones de tierra por alguien que no es el estado parece impropio de las sociedades desarrolladas.

No faltan razones para ello.

Sin embargo, los latifundios siguen existiendo y no solo en Latinoamérica o Africa. 

Los noticieros americanos han anunciado casi con alborozo que el multimillonario Stan Kroenke, dueño de uno de los principales equipos de la NFL, los Rams de Saint Louis, ha comprador 520.000 acres de tierra en el estado de Texas o, dicho de otro modo, el equivalente a la extension de Los Angeles y Nueva York juntas, dos ciudades que no son pecata minuta.

La finca, por decirlo de un modo suave, tarda en recorrerse varios días y comprende mil pozos de petróleo, unas 7.000 cabezas de ganado y una gran riqueza ecológica.

Gracias a esta adquisición, Stan Kroenke se convierte en uno de los cinco grandes latifundistas norteamericanos junto a Ted Turner.

Se supone que el magnate norteamericano ha pagado unos 725 millones de dólares o alrededor de un 10 por ciento de su fortuna que ronda los 7.200 millones de dólares.

La noticia ha sido cubierta casi como si se tratara de una curiosidad, un suceso simpático al tratarse de alguien vinculado al mundo del deporte. Ninguna valoración de las implicaciones sociales  o económicas de este tipo de adquisiciones. De que un solo postor se haya hecho con una cantidad de terreno similar a la mitad del estado de Rhode Island. Si sucediera en Colombia o Argentina, que no oiríamos sobre esas sociedades.

Es cierta que la posesión de tierra ha perdido valor o incluso prestigio. Que en un país todavía inmenso para la población que alberga esto se pone más de manifesto, pero no deja de sorprender que cuando el tema de la desigualdad y un cierto sentimiento de rebelión contra las élites está latente en la campaña electoral, este tipo de noticias pasen relativamente inadvertidas.

El mundo definitivamente ha cambiado. Los nuevos latifundistas son los grandes inversores de Wall Street, los magnates de la tecnología o incluso la clase política. Los viejos latifundistas resultan hasta simpáticos.


miércoles, 3 de febrero de 2016

Cientos de librerías de Amazon por doquier

Amazon planea abrir cientos de librerías en los Estados Unidos mayormente en centros comerciales. Aparentemente serán pequeños quioscos, un poco como una especie de correlato bibliófilo de los ministarbucks, lugares relativamente elegantes, de paso y predecibles. Mejor que un Carrefour pero no llega al rango de librería.

Y es que en América las librerías cierran. En muchas universidades apenas venden más que libros de texto. En la capital, Washington D. C., no queda una sola gran cadena con el cierre del último Barnes & Noble.

Después de haberse cepillado a buen número de librerías tradicionales, parece que el modelo futuro está en los malls, al igual que ha sucedido con las pantallas de cine. Comprar un libro cinco estrellas en valoración del usuario después de haberse comprado una camisa en Zara y un paraguas en Macy's.

Internet quedará para los bibliófilos y el mundo físico para los bestsellers.

http://www.chicagotribune.com/business/ct-amazon-opening-hundreds-of-bookstores-20160203-story.html