Los Estados Unidos han traspasado muchas barreras que se creían imposibles. Pese a lo que se diga, es, sin lugar a dudas, la sociedad terrestre en la que el origen étnico de las personas importa menos y no sólo porque tenga un presidente de color, lo cual hasta cierto punto podría resultar anecdótico.
Queda, sin embargo, una importante barrera por traspasar y esa es el lograr que la gente piense que el aprendizaje de las lenguas extranjeras es importante. Cuando digo aprendizaje, me refiero a saber una lengua de verdad y no a esa idea de que por haber estudiado dos años en High School español y haber aprendido 200 palabras ya sabes algo. Los americanos, tan 'autoexigentes' con respecto a otras cuestiones, son lo más autocomplaciente del mundo cuando se trata de vender a otros su (escaso) conocimiento de lenguas extranjeras.
Viene esto al caso de la reciente polémica levantada en torno al anuncio de tinte multicultural que Coca-Cola emitió durante la retransmisión de la Super Bowl. El anuncio en cuestión incluye personas de distintos grupos étnicos en distintos escenarios americanos teniendo como leitmotiv la famosa canción America, the beautiful cantada en inglés, español y árabe.
Un conocido excongresista del Tea Party, Allen West, incluso se tomó la molestia de escribir algo durante el partido en su blog para mostrar su desagrado. "De repente las palabras dejaron de estar en inglés y comenzaron a estar en otros idiomas que no reconocía. Si no podemos sentirnos orgullosos de que en nuestro país se cante America, the beautiful en inglés durante un anuncio de la Super Bowl, por una compañía tan americana como Coca Cola, entonces estamos en caída libre" escribió.
La cantidad de tuits al respecto ha sido ingente, a favor y en contra, unos avergonzados de que América pierda sus raíces y otros orgullosos de un país cada vez más multicultural.
Pero por encima de anécdotas, lo cierto es que este caso confirma una vez una asignatura pendiente de la sociedad americana. Estados Unidos sigue siendo el único país del mundo en el que hay una abrumadora mayoría de personas que se sienten felices y orgullosas de hablar un solo idioma, el suyo, el inglés. Ha sido así durante generaciones. Suecos que se avergonzaban de hablarlo en público, italianos que se sentían excluidos y un sinfín de ejemplos abundan en el pasado.
Hoy día, la presión ambiental en las escuelas es fortísima para que el inglés sea el único idioma de comunicación, el afán por encajar hace que los niños que hablan una segunda lengua (muchos de ellos de origen mexicano) se avergüenzan de hacerlo como si ello supusiera un defecto que les aleja de la normalidad predominante y no una riqueza.
Y no nos engañemos, incluso los americanos más educados, esos que no se sienten necesariamente orgullosos de su unilingüismo o que apuestan por una América multicultural, piensan que en el fondo aprender una lengua extranjera es un lujo que no pueden permitirse y que todavía en el siglo XXI uno puede considerarse una persona culta sin hablar otras lenguas.
Conozco innumerables ejemplos de norteamericanos de mente abierta que han vivido bastantes años en otros países y son incapaces de chapurrear unas pocas palabras. Ya no digamos de leer un libro en otra lengua que no sea el inglés.
Esta y no otra es la verdadera asignatura pendiente del multiculturalismo americano.