Según Ralf Dahrendorf, una forma de analizar las
sociedades es fijarnos en el equilibrio que mantienen entre opciones y
vínculos.
Las opciones permiten que el hombre elija. Los
vínculos son los lazos que nos unen a los antepasados, la comunidad, la
iglesia, la casa, el país, las amistades y un largo etcétera.
Las sociedades tradicionales del antiguo régimen eran
ricas en vínculos pero pobres en opciones. Las sociedades modernas y
posmodernas son ricas en opciones pero los vínculos se erosionan. Las primeras
eran sociedades cerradas o cuasicerradas, las segundas se denominan sociedades
abiertas.
Las sociedades
más idealizadas hoy día como pueden ser las escandinavas, la australiana o sobre
todo los Estados Unidos, son ricas en opciones pero los vínculos se resienten.
Ese déficit se piensa que puede cubrirlo la fuerza del estado, sobre todo en Europa,
o del mercado en los países anglosajones.
La potencia del ideal del estilo de vida (lifestyle) y de la autorrealización
personal a través del trabajo hace que la gente asuma de buen grado que sus
vínculos sean más frágiles: las relaciones personales son de peor calidad, los
lazos entre padres e hijos más débiles, la desconfianza en el puesto de trabajo
mayor, la gente entra y sale de distintos grupos sociales con tanta facilidad
como tanto irrelevante es pertenecer a ellos.
En sociedades abiertas pero más tradicionales como la
española y todas las del sur de Europa, la gente ambiciona más opciones a costa
de sacrificar vínculos de los que está un poco harta. El ideal del consumo
llevado a la propia vida. Lo que se ve en tantas de las historias que aparecen
en Españoles por el mundo que viven
en casas de ensueño en las antípodas haciendo trabajos que en España ni se
imaginan.
El juego está bien siempre que se asuma que es de suma
cero. A más opciones, los vínculos son más frágiles y a vínculos más fuertes y
relaciones de mejor calidad suele haber menos opciones.
No hay que engañarse al respecto, aunque nos digan lo
contrario.
Igual que en el siglo XXI muchos hombres han superado,
en términos relativos, el miedo a la muerte asumiendo sin ambages que vida sólo
hay una y que se puede ser feliz así, estamos llegando al momento en que muchos
aceptan con agrado tener cuantas más opciones mejor pensando que realmente la
fuerza de los vínculos debe estar un nivel por debajo en la lista de
prioridades.