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martes, 31 de mayo de 2011

Decisiones

Desde su más tierna infancia los americanos están acostumbrados a tomar decisiones. El sistema educativo puede presentar numerosas carencias, sobre todo en el terreno de las humanidades, pero es efectivo en generar individuos con iniciativa. De hecho, pocas cosas hay que admiren más los americanos que la autoconfianza. Los padres entrenan a sus hijos desde pequeños a decidir sobre su destino. A los niños, aunque tengan cinco años, se les consulta en cuestiones como el tipo de escuela, el modelo de coche, la ropa, la comida del día o el lugar de vacaciones. Tanto es así, que en algunas escuelas secundarias ubicadas en Sillicon Valley, determinados programas se centran en estimular a los estudiantes a la creación de nuevas empresas.


La delicada forma que tienen de tratarse unos a otros, en las que el tono imperativo y la reprimenda siempre parecen estar ausentes aunque los errores sean obvios, también parece haber sido concebida para no erosionar la confianza de los demás que es el bien más preciado. La excesiva franqueza o la negatividad resultan de mal gusto y son siempre sustituidas por sugerencias en positivo que hacen presumir que el individuo hará las cosas bien en un futuro.


La experiencia universitaria es en buena parte el producto de la toma de decisiones acerca de multiples aspectos. Qué clases tomar y en cuantos trimestres o semestres acabar los estudios, la cantidad a endeudarse, a qué asociaciones pertenecer, en qué asociaciones presentarse como candidato para tener una responsabilidad ejecutiva, escribir o no para el periódico de la escuela, realizar labores de voluntariado, etc… Haber leído Tristam Shandy puede considerarse un rasgo de relativa clase pero nunca tanto como crear una startup company.

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