Como todo el mundo sabe, las navidades empezaron oficialmente en los Estados Unidos con la iluminación del árbol de navidad que la cadena de grandes almacenes Macy’s realizó en todos sus centros el uno de Noviembre.
Aunque parezca mentira, ya nos encontramos en la recta final. Con mucho, la parte más importante de la navidad es la pre navidad y para cuando llega la navidad de verdad, los americanos empiezan a mostrar síntomas de agotamiento.
Muchas de las experiencias y rituales navideños genuinamente americanos ya tuvieron lugar (os dejo que descubráis vosotros solos sus contradicciones):
La sobredosis de Santa Claus; ir a ver el ballet del Cascanueces de Chaikowsky; escuchar la expresión happy holidays; las guerras culturales por televisión acerca de si debe o no celebrarse la navidad en un país multicultural; asistir a la fiesta de navidad en los colegios rurales en los que siempre se canta alguna canción judía para festejar Januca y el Feliz Navidad de Boney M. en español para hacerlas más inclusivas; las madres que regalan a sus hijas muñecas que se parecen físicamente a ellas compradas en unas tiendas llamadas American Girl donde pueden encontrarse ejemplares de todas las razas y colores y en la que la ropa para vestir a las muñecas cuesta lo mismo que la de vestir a una niña de verdad con ropa de marca (o sea 30 dólares por una camisita); hacer un regalo a algún niño sin recursos al que no se conozca; donar latas de comida para alguna causa benéfica a cambio de participar en algún sorteo; el reparto del periódico en el jardín incluso el día de navidad o de año nuevo; el número especial de la revista Times con los 100 personajes más influyentes del mundo; los partidos de la NBA la tarde del día de Nochevieja; gente haciendo jogging a cualquier hora del día o de la noche; Macy’s, siempre Macy’s; la música de piano de Nordstrom; el amigo ciego de los regalos; esperar colas para devolver regalos al día siguiente de la mañana de navidad; no saber qué hacer con el tiempo los días que nadie trabaja y surfear en el iPad; planear las comidas y las listas de la compra con una anticipación de 7 días; ir al cine del barrio en una sesión matinal; buscar la forma más eficiente de reciclar el empaquetado de los regalos en un trabajo que puede llevar horas; Walt Disney en sus múltiples e infinitas encarnaciones;
Lego, naturalmente; no comerse al día siguiente las sobras de la cena que acabarán finalmente en la basura; ir a un acuario o a un Children Museum cuando uno está desesperado y no sabe qué hacer con los niños; lavar montañas de platos; las cenas que las iglesias o las ONG’s organizan para los desamparados el día de nochebuena y de las que los periódicos se hacen eco al día siguiente; los bancos de comida que trabajan a tope; los días clave en los que el tráfico de e-mails para de repente excepto en el caso de las tiendas que te recuerdan que no has usado sus cupones; las iglesias en las que una vez al año aparecen sopranos maravillosas que cantan Hark! The Herald Angels Sing aunque el papa haya reconocido que no había ángeles cantando en el establo; el olor a nuevo de las cosas…
Y, por último, aunque se que me dejo muchas cosas, a primeros de enero los centros comerciales y los encartes dominicales de los periódicos recordándonos que San Valentín ya está a la vuelta de la esquina.
Feliz navidad a todos
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