España, y no importa
en cual de las Españas se encuentre uno, es un país en el que se da poco las
gracias, se dice poco por favor o lo siento. Somos poco efusivos. Ni siquiera
se dice “te amo” en el idioma español, que suena la mar de cursi sino “te
quiero” que tiene un claro matiz posesivo.
Los anglosajones, en cambio, dan mucho las gracias y dicen
demasiado por favor en comparación con nosotros. Un americano pasa a dos metros
de ti y se excusa. En la calle Serrano de Madrid, considerada lo más de lo más
por algunos, uno se choca con alguien y no es infrecuente que ambos sigan
andando sin cruzar palabra como sin más.
Por eso, en un país en el que se dan tan poco las gracias,
me ha sorprendido la reacción de prestigiosos periodistas deportivos a la
temprana y penosísima eliminación de España en el mundial. No les ha faltado
tiempo para empezar a dar las gracias a Del Bosque y al resto de jugadores por
los éxitos del pasado, como si no se les hubiera homenajeado lo suficiente,
hubieran sido aclamados por la multitud en repetidas ocasiones, otorgado
marquesados, recibidos por las más altas instancias de la nación y, aunque
pueda sonar cínico, pagado sustanciosas primas. No han escaseado los halagos,
merecidos en su mayor parte, en estos últimos años. Basta hacer una somera búsqueda
en Google.
No se entiende este reacción casi gremialista, véase sinoel increíble artículo de Relaño como botón de muestra, ante una actuación
tan penosa. O el de Javier Marías, para el que los triunfos pasados justifican el crédito de por vida. Se puede perder, por supuesto, pero
dando otra sensación. Sin embargo, cuando los errores en las decisiones
técnicas han sido tan evidentes empezando por la baja forma de muchos jugadores
a los que el cuerpo técnico ha llevado más por lo que aportaron en el pasado
que por lo que podían deparar en el futuro, la escasa motivación de los
jugadores o el anquilosamiento del sistema de juego, hay que ejercer la crítica
y dejar de dar tanto las gracias. Ahí está el ejemplo de la alabada Italia,
cuyo entrenador, Cesare Prandelli, anunció su dimisión minutos después de
quedar eliminada de una manera muchísimo más digna que la de la selección
española.
Se ha agradecido tener una persona como Vicente Del Bosque
en el banquillo todos estos años. Un hombre educado, respetuoso y sereno en un
país en el que estas cualidades no abundan tanto. Sin embargo, también se
agradecería vivir en un país en el que la crítica no se revista tanto de
emoción, del es uno de los nuestros y las cosas se vean con un poco de
objetividad aunque sea para criticar a un buen tipo como Del Bosque al que la
federación, y buena parte de la prensa, sigue considerando el mejor entrenador
posible a pesar de que está hipotecado afectivamente por todos los sitios para
renovar el equipo. Hasta el propio Del Bosque debe estar sorprendido de tanto
agradecimiento después de errores tan colosales.
Para entender la forma de pensar en una determinada cultura,
resulta útil pensar en como se dicen, o se dejan decir, las cosas en su idioma.
En ese sentido, se echan de menos en la lengua castellana palabras, como la
inglesa accountability, que hagan
referencia a la “obligación o predisposición a aceptar la responsabilidad por
las acciones de uno” (según la definición del diccionario Webster).
No las busquen, aunque pueda haber expresiones (que no
palabras) parecidas como “asumir responsabilidades”, no es lo mismo. Cuando alguien es accountable y no responde a las expectativas pasan cosas, cuando
uno asume responsabilidades, pide perdón y tira para adelante.
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