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sábado, 24 de octubre de 2015

Querer a los ricos

No  es uno de los rasgos más admirables de los españoles vilipendiar al rico por el mero hecho de serlo. Resulta igual de despreciable que el respeto al dinero porque sí. Para explicarlo, por pereza mental más que otra cosa, se ha hablado demasiado de la herencia católica, del “antes pasará un camello por el ojo de un aguja que un rico ingresará en el reino de los cielos.”

No, no es sólo eso, ni mucho menos. No es sólo la riqueza el quid de la cuestión. Es el rico.

Se ha dicho también muchas veces que a los ricos en España no se les quiere porque han logrado su fortuna gracias al Boletín Oficial del Estado mientras que los americanos lo han hecho gracias a sus ideas, espíritu emprendedor y amor al riesgo. Tampoco ha sido exactamente así.

A Amancio Ortega no se le quiere tanto como a Bill Gates y no es que Ortega no haya hecho su fortuna quizás recibiendo quizás menos favores del gobierno que Gates pero su producto no ha cambiado el mundo y, para que engañarnos, tampoco es tan generoso como Gates aunque si de más de lo que muchos piensan.

Entonces, ¿por qué los españoles no quieren tanto a Ortega o a Isaac Andic o a Juan Roig?

Sencillamente porque no les conocen. Ortega salió a regañadientes en una foto cuando se lo exigió la CNMV para que Inditex pudiera salir a bolsa. Muchos no saben si es de Valladolid, de León o gallego. A Isaac Andic, el dueño de Mango, no le reconocerían cuatro tomando una caña en un bar. Nadie sabe sus opiniones, ni como hablan, ni a que dedican el tiempo libre. En realidad, ¿habéis leído alguna entrevista o visto un programa de televisión sobre Ortega? Yo no, y leo bastante todo tipo de prensa.

Lo que no se conoce, no se puede querer ni admirar. No conozco lo que Amancio Ortega opina de nada. Ni a que se dedican sus fundaciones. He leído algo de sus negocios inmobiliarios.

Es verdad que en América siempre se ha admirado a los ricos. Y que muchos ricos americanos son generosos. Pero es que también es verdad que los ricos americanos tienen presencia en la esfera pública, salen en la tele, dan conferencias, van a la universidad, juegan al Bridge en campeonatos populares (como Gates), se les conoce, se les toca, se conocen sus opiniones, sus obsesiones, sus fobias, son seres humanos.

Amancio Ortega aparece como un hombre distante, introvertido, receloso, defensivo, averso al riesgo a pesar de su imperio de la moda. Isaac Andic es tres cuartos de lo mismo, siempre hablando en foros de empresarios, alejadísimo de las preocupaciones de la gente. Villar Mir o Florentino Pérez, a pesar de su presencia en el mundo del fútbol, aparecen demasiado próximos al poder, al que sea, y en ese escenario turbio que es el palco del Bernabeu.


Es normal que no les quieran y no sería tan difícil cambiarlo si a alguien le importara.

2 comentarios:

  1. Cesar, no creo que a los ricos se les pueda pedir que asuman la carga de sacrificar su intimidad. Si yo me hiciese rico querria seguir paseando anonimamente por la calle, y no ser objeto de atención pública en absoluto. Con los impuestos económicos ya vale, de otro tipo serían injustos.

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  2. Entiendo lo que dices, Juan Luis. Pero ni Ortega, ni Andic, ni Villar Mir son anónimos, ni mucho menos. No te los encontrarás de cañas un día cualquiera por la Cava Baja. Es una decisión personal, por supuesto, pero si quieres ser admirado tienes que asumir una intervención en los asuntos públicos, como hacen Buffet o Gates, de la que en España y muchos ottos países no hay tradición.

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