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viernes, 15 de abril de 2011

Esperando a Superman

Hace unos días vi una película-documental titulada Waiting for Superman (Esperando a Superman) que ha levantado una gran polvareda en los Estados Unidos. La película ha sido dirigida por Davis Guggenheim, el mismo director del documental que en España se tituló Una verdad incómoda. Trata de los problemas y las situaciones de desigualdad entre las personas (particularmente las minorías) que ha creado el comatoso estado de la educación pública preuniversitaria en Estados Unidos. El autor, de una forma un tanto simplista en mi opinión, centra sus críticas fundamentalmente en la rigidez de los sindicatos de profesores que, aferrados a sus privilegios, se oponen a cualquier tipo de reforma que tenga en cuenta la propia capacidad de cada profesor para innovar y producir resultados tangibles entre sus estudiantes.

No estoy de acuerdo con reducir a un diagnóstico tan simple un problema con tantas ramificaciones. El director no se refiere en ningún momento al contexto social e ideológico en que este proceso degenerativo de la educación pública ha tenido lugar durante varias décadas. Tampoco define lo que considera una buena educación y lo reduce básicamente al porcentaje de estudiantes que llega a la universidad. Nunca muestra en la película ejemplos concretos de buenas prácticas, de profesores o centros a los que pueda considerarse ejemplares. De acuerdo a su tesis, cuando un alumno fracasa la culpa siempre la tiene el profesor y el estudiante es la víctima.

Sin embargo, dentro del panorama desolador que describe, el documental me dejó algunas buenas sensaciones. Entre ellas, la sensación de independencia que, errado o acertado, despide. El propio acto subversivo de realizar un documental sobre un tema en apariencia tan árido para llegar al gran público. El hecho de que un director que en principio pueda parecernos de izquierdas por la posición que adopta respecto al cambio climático en su película anterior, sea capaz de lanzarse a la yugular de los sindicatos y criticar abiertamente el fracaso de la escuela pública aunque presumiblemente uno de los suyos (esto es una suposición ya que no conozco a que partido votó Guggenheim), Barack Obama, sea presidente de los Estados Unidos. Incluso las organizaciones que han impulsado el proyecto, como TakePart.com, una organización que aglutina organizaciones no lucrativas y marcas con el fin de concienciar a la ciudadanía y buscar soluciones acerca de problemas sociales importantes, transmite cualquier cosa menos sectarismo.

En España el estado de la educación es lamentable. Sin ir más lejos, un 30 por ciento de los estudiantes no finaliza la ESO, es decir, la escuela secundaria. Nunca he escuchado a un intelectual, ni mucho menos un director de cine, referirse a ello o criticar el desmoronamiento de la educación pública. Si acaso lo contrario, a pesar de las cifras. Todo pasa porque el gobierno de turno haga algunas mínimas reformas que nunca producen resultados más equitativos. Por este tipo de cosas hay quien afirma, entre ellos yo, que la democracia norteamericana es la mejor del mundo.

1 comentario:

  1. César, estoy completamente de acuerdo contigo. La "izquierda" norteamerica no es tan sectaria como la española. Y, por otra parte, yo también coincido contigo en que la democracia americana es la mejor del mundo. Mejorable, pero es la mejor del mundo.
    Ju

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