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martes, 5 de julio de 2011

Sanfermines

El 7 de Julio está a la vuelta de esquina. Invariablemente son los Sanfermines, junto a la tomatina de Buñol probablemente, los escasos momentos en que España tiene algún tipo de protagonismo en los periódicos e informativos televisivos norteamericanos. Es casi un ritual. Si ambos eventos hubieran sido concebidos por una oficina de relaciones públicas no habrían salido mejor. De hecho su notoriedad fue obra de Hemingway, que en muchos aspectos pudo considerarse un publicista. Tienen todo aquello que concita la atención de los norteamericanos: derroche físico, apariencia de autenticidad, el favor cuantitativo de las masas y plasticidad en las imágenes. Lo de menos es que sean tradiciones de relativo cuño realzadas por la pluma de un escritor. Santa Claus no sería lo mismo sin el impulso de Coca-Cola del mismo modo que el bacon en el desayuno no sería considerado clásico sin la perspicacia del mejor publicista de todos los tiempos, Edward Bernays.

Mientras tanto, los españoles, conscientes de que en la era de la economía de la atención estas imágenes y titulares tienen un valor incalculable, cultivamos de forma entusiasta la imagen que los productores y editores norteamericanos nos han asignado. Nos convertimos en el espejo de su deseo aunque sólo sea por un par de días al año.

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