Yo mismo soy testigo de primera mano de la timidez y falta de confianza que sienten mis alumnos hispanos de dirigirse a mi en español, algo que por otra parte muy raramente sucede. La primera lengua de un joven universitario estadounidense de origen hispano tiende a ser claramente el inglés por numerosas razones: la educación se recibe íntegramente en inglés, la mayoría de los medios de comunicación de calidad emiten en inglés y el inglés es la lengua de prestigio y de los negocios relevantes en una país donde el español se identifica como una lengua hablada mayoritariamente por las clases subalternas. Nuevamente, me estoy refiriendo naturalmente a Estados Unidos en su globalidad ya que en ciudades como Miami, Nueva York y Los Angeles hay escuelas bilingues y algún periódico en español de calidad pero son la excepción que confirma la regla.
Otro importante factor que hace dudar del futuro del español en este país se deriva del hecho de que no está ni mucho menos garantizado que los niveles de emigración desde Latinoamérica se vayan a mantener en los próximos años. La recesión económica, el despegue económico de algunos países sudamericanos y el endurecimiento de las condiciones de vida para los inmigrantes sin papeles hacen presagiar que la inmigración tenderá a ralentizarse en los próximos años. En medio de la recesión el semanario The Economist publicaba un artículo apuntando una nueva tendencia. El regreso de numerosos mexicanos que han perdido su empleo durante la crisis a su país de origen donde ya estarían enviando sus ahorros para empezar una nueva vida. Si a ello le unimos las crecientes dificultades de los inmigrantes ilegales para atravesar la frontera (mucho mayor que por ejemplo la que encuentran los inmigrantes africanos en las costas del sur de España), el panorama parece indicar que la inmigración procedente de Latinoamérica puede no solo ralentizarse sino decrecer en términos absolutos en los próximos años. El gobierno norteamericano probablemente ofrezca en el futuro mayores facilidades para instalarse a inmigrantes cualificados pero todo indica que la relativa laxitud inmigratoria en lo que respecta a los trabajadores ilegales mantenida durante el gobierno de Bush tiene los días contados. No hay que perder de vista que la contratación de inmigrantes ilegales o la escolarización de sus hijos está comenzando a ser duramente penada o prohibida en numerosos estados.
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