El idioma inglés tiene dos palabras de uso común que aluden directamente al significado de la voz española confianza. Confidence es la confianza que uno tiene en si mismo mientras que trust se refiere a la confianza que tenemos en los demás. Si en alguna ocasión he hablado de como el sistema educativo norteamericano se caracteriza fundamentalmente por insuflar una buena dosis de confidence a sus ciudadanos, no es menos cierto que América es la tierra en la que ganarse la confianza de los demás, ser one of us, más se valora.
Recientemente me sucedió una anécdota que creo que ilustra bien lo que quiero contaros. El otro día tenía la siempre difícil misión de elegir unas gafas, después de todo una gran responsabilidad ya que es una prenda de vestir que llevas en la cara todos los días durante varios años. Comencé la búsqueda yendo un par de sitios en el pueblo que no tenían exactamente lo que estaba buscando. Hasta aquí normal. Lo que no es tan frecuente, desde una perspectiva española, es que en ambas ópticas me informaran como si se tratara de la cosa más normal del mundo acerca de otros dos sitios, situados digamos en la periferia de Ellensburg, donde podría encontrar otros modelos. Yo no hice la pregunta sino que fue mi mujer, que es a quien siempre se le ocurre preguntar en una tienda por otras tiendas de la competencia donde puede encontrarse mercancía parecida. Inmediatamente me vino a la cabeza una situación similar que me sucedió unos años atrás en el pueblo de Rueda un día que estaba de cata de vinos en compañía de mi mujer, mi hermano y mi cuñada. En uno de los establecimientos se me ocurrió preguntarle a la vendedora por otras bodegas en el centro del pueblo que pudiéramos visitar y ella, por supuesto, no acertó a decirme ninguna sin pensar que parte del atractivo de ir a Rueda es que puedes visitar varias bodegas. A la salida, mi hermano y mi cuñada se rieron de mi ingenuidad al pensar que la muy avispada vendedora iba a darme la dirección de otros competidores.
Este tipo de hechos me hacen pensar que en España seguimos viendo el mundo desde un punto de vista restrictivo, como un juego de suma cero en el que el éxito ajeno en la venta de bienes y servicios o en la consecución de logros profesionales se percibe como detrimento nuestro. Cuando hacemos negocios, en lugar de tratar de ganarnos la confianza de los demás dando a nuestros clientes la mejor información y pensar que lo importante es seguir trabajando duro para ser mejores, tendemos a callarnos. ¿Os imagináis a un ejecutivo español haciendo algo parecido a lo que hacía un ejecutivo de Microsoft, Robert Scobble, en su blog en 2004 cuando decía que el navegador de Internet Explorer no era tan bueno como Firefox, su nuevo competidor entonces, o alabando al Notepad? En su tiempo también fue criticado por gente en Microsoft pero precisamente eso hizo que se convirtiera en una de las voces más escuchadas en la blogosfera.
Este es uno de los ejemplos que Chris Blogan y Julien Smith dan en su muy interesante libro llamado Trust agents, acerca de como las personas y las organizaciones puedan construir relaciones de confianza mediante el uso de Internet. Estados Unidos es el país internetero por excelencia no sólo debido a su superioridad tecnológica y su espíritu emprendedor sino al valor que se le da a la creación de confianza en las relaciones personales y en el mundo de los negocios. Podemos aprender mucho de ellos. En confianza.
¿Cómo son los americanos? ¿Son tan simples como dicen algunos? ¿Les conocemos tan bien como creemos gracias a las noticias y las películas? ¿En qué se diferencian de los españoles? En American Psique, César García responde a éstas y otras preguntas a través de un análisis pormenorizado de los elementos que conforman la psicología de los habitantes de los Estados Unidos en el siglo XXI.
lunes, 17 de octubre de 2011
One of us
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psique americana,
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Tienes razón. En el mundo del periodismo eso se traduce en el hábito de no citar la fuente de una información cuando el origen es un periodista o un medio competidor. O más aún: el de no publicar una información interesante porque la ha desvelado la competencia. Uno tiende a pensar que, si lo hace, deriva la atención del lector a otro medio y por tanto "le regala visitas" en Internet. Se pierde de vista que los periodistas nos debemos, antes que nada, a los lectores y que el diminuto mundo de nuestras rencillas y carreras particulares interesan poco.
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