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lunes, 5 de diciembre de 2011

El valor de una cara

Estados Unidos es un país de caras. No, no en el sentido español que nos es tan familiar. Sea por los motivos que sea, la gente está obligada a revelar su aspecto para lograr sus metas personales o profesionales. Me explico, en una sociedad en la que la confianza y la transparencia son valores tan preciados, las personas no suelen ocultar su rostro tras una página web o un reclamo publicitario. Siempre me ha llamado la atención esta actitud de desparpajo frente al hermetismo habitual que se da en la sociedad española con respecto a mostrar el rostro. De hecho, no existe una expresión equivalente a “dar la cara” en la jerga norteamericana, supongo que porque no se intuye que haya gente que pueda permitirse no darla. Bueno, hay una excepción, la de los anuncios de ofertas de trabajo. Hace mucho que no hojeo estas depauperadas secciones en los periódicos o webs españolas, pero supongo que seguirá siendo habitual que muchas personas soliciten una fotografía del candidato, algo terminantemente prohibido por la legislación norteamericana y de la mayoría de países civilizados. No me imagino que en este país hubiera podido darse un caso como el de Amancio Ortega, del cual únicamente supimos, por imperativo legal de la CNMV, que aspecto tenía cuando decidió que Inditex empezase a cotizar en bolsa hace unos años.

Para la psique americana es importante acostumbrarse a “dar la cara” desde temprana edad. En las clases de las escuelas infantiles es habitual que aparezcan los nombres de los chicos junto a su retrato a la entrada de las clases, en los supermercados siempre figuran las fotos de quienes trabajan en las diferentes secciones, no hay un sólo anuncio de una agencia inmobiliaria en el que no aparezca la imagen del agente inmobiliario en cuestión con su nombre y apellidos, los chicos que van a hacer la primera comunión aparecen retratados en los tablones de las parroquias, los dentistas y los doctores se anuncian en la prensa con su familia, los estudiantes que optan a liderar las diversas asociaciones universitarias ponen fotos suyas en los tablones, y, como no, los profesores de universidad suelen incluir retratos en las webs de los departamentos (algo que, dicho sea de paso, yo no hago) e incluso en la puerta de su despacho en situaciones informales.

Una de las ventajas de no vivir en España es que uno no tiene que tragarse las aburridísimas campañas electorales. Perdonadme si, ahora que ya se les estará pasando a muchos la resaca electoral, me refiero brevemente al valor indispensable que tiene “dar la cara” en la política norteamericana. Todos las semanas en el farmer’s market, un mercadillo que frutas y verduras que se pone los sábados en el centro del pueblo, soy asaltado varias veces por los diferentes candidatos locales que quieren darse a conocer y discutir personalmente con la gente sus ideas para el pueblo o el condado. En otras ocasiones, estos candidatos a alcalde o como representantes del condado en la capital del estado, Olympia, han tocado el timbre de mi casa. Las discusiones, por una mera economía del tiempo, suelen ser relativamente superficiales pero sirven para transmitir una impresión general del candidato y “quedarnos con sus caras”. Para la psique americana resulta inconcebible incluir una papeleta con nombres en una urna si se trata de alguien a quien no se le ha visto la cara, por eso, entre otras cosas, existe un sistema de listas abiertas. Me pregunto cuantas caras reconoceríais de los candidatos que figuraban en vuestra papeleta de voto.

2 comentarios:

  1. Raúl García Muñoz25 de diciembre de 2011, 12:38

    Quizá tener un buen o un mal aspecto cuenta más en España, o quizá hay más miedo a que las características de nuestro rostro no correspondan al mensaje más real de nuestro "Yo" interior. Pero todo lo que dices es cierto en España y en algunos otros paises de Europa. Conozco mucha gente que nunca incluirá su foto en su pagina de facebook.

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  2. Los españoles somos muy desconfiados e inseguros, no sé si por naturaleza o por experiencia, y no nos gusta identificarnos. En cuanto a las fotos de los cv entiendo el porqué en algunos paises está prohibido, pero creo que en el mundo de lo audiovisual tiene ya poco sentido. Queremos ver a las personas, además de leer su cv. Lo que no pueden existir son los perjuicios y las discriminaciones, esto es lo que debería estar prohibido. EMILIO SOLIS

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