Independientemente de que se esté o no de acuerdo con el espíritu de la ley o sobre la conveniencia de que una corporación se manifieste públicamente sobre ello, en un contexto español lo sorprendente es lo en serio que los americanos se toman todo relacionado con los valores. En España el cinismo abunda en todo lo que no aluda directamente a la economía y aquello que decía Groucho Marx de “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros” es moneda común. Siguiendo la campaña de las primarias republicanas uno se da cuenta de que para una buena parte de los potenciales votantes lo importante no es tanto la economía como contar con un candidato auténticamente conservador a quien realmente le preocupen cuestiones como oponerse al aborto, el matrimonio homosexual o el tipo de educación moral que los chicos reciben en las escuelas.
El hecho de que las empresas top de la nueva economía – ya no tan nueva, la verdad –se tomen tan en serio estas cuestiones como para manifestarse públicamente no obedece, como algunos críticos han dicho, necesariamente a razones de conveniencia de mercado. No pienso que Microsoft o Starbucks vayan a aumentar sus ventas o contratos por decir este tipo de cosas. Más bien al contrario, les podría costar algunos clientes ya que no pocos grupos cristianos han incitado al boicot de sus productos, lo cual en Estados Unidos no es una broma. Lógicamente, tratándose de dos compañías con una reputación y unos productos tan asentados, tampoco da la impresión de que puedan verse demasiado afectadas ya que si algo caracteriza al consumidor norteamericano es su lealtad a las marcas (no en vano en las conversaciones cotidianas muchas veces se sustituye el término que se refiere al producto genérico por el de una marca determinada, por ejemplo Xerox de utiliza como verbo en lugar de fotocopiar).
La simple verdad es que la importancia de los valores es tan importante en la psique americana que impregna a muchas de sus corporaciones. Hace ya algunos años que las empresas españolas empezaron a incorporar a sus idearios conceptos como la misión, la visión y los valores. Aquello, sin embargo, nunca ha dejado de ser mas que un brindis al sol ya que apenas conozco una sola empresa española que haga gala de sus valores mas allá de apoyar al gobierno de turno (nacional o regional) como práctica normal de clientelismo ya que para muchas de ellas las buenas relaciones con la administración son capitales para sostener el negocio. ¿Os acordáis del apoyo de las empresas radicadas en Cataluña al estatut? Un ejemplo de como se puede anteponer el interés de agradar a los políticos locales por encima de ser consecuente con unas ideas o con la mayoría de sus públicos que estaban, y siguen estando, en el resto de España. ¿Habéis escuchado a Botín alguna vez criticar la política económica de algún gobierno? En la última reunión que tuvo Rodríguez Zapatero con los dirigentes de las principales empresas españolas solamente uno, por lo visto Francisco González de BBVA, se atrevió a llevarle algo la contraria. Unos ejemplos que contrastan con, por ejemplo, las críticas que Obama recibió de Steve Jobs, quien por cierto apoyó la elección de Obama, acerca de su política económica cuando el presidente se reunió con los lideres de las grandes empresas de tecnología. Después de tantos años de misión, visión y valores, yo sigo sin conocer las ideas que las grandes empresas españolas tienen de asuntos como la inmigración, el matrimonio homosexual, el modelo de estado o la diversidad más allá de vagas declaraciones genéricas que de vez en cuando aparecen en los informes anuales.
El capitalismo americano, con los bobos (bourgois and bohemian) a la cabeza pero también con muchas otras empresas que se sitúan en la parte opuesta del espectro ideológico como por ejemplo Domino’s Pizza cuyo apoyo a la iglesia evangélica es conocido o la marca de ropa Land's End que se niega a utilizar la expresión happy holidays en navidades, lo tiene clarísimo y esta dispuesto a dar la batalla también en lo que se refiere a valores.
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