Páginas

lunes, 1 de octubre de 2012

Lo latino o la falta de término medio

Casi desde que tengo uso de razón llevo oyendo aquello de que lo latino está de moda en los Estados Unidos. Pero la verdad es que tampoco resulta fácil definir que es lo latino desde el momento en que incluso en la propia España hemos importado la terminología norteamericana, lo cual lleva en muchas ocasiones a que los propios inmigrantes sudamericanos que viven en España a autodenominarse latinos para diferenciarse de los españoles. Sin embargo, lo cierto es que hasta hace un par de décadas, un latino era un italiano, un portugués y un brasileño, y de hecho esta forma de referirse a estas poblaciones no se han extinguido del todo en las conversaciones informales.

Entonces, ¿qué es lo latino para un norteamericano? Podríamos simplificar diciendo que es el término que se aplica a todo aquel y aquello que pertenece al mundo de habla española como derivación de su pertenencia a Latinoamérica. Sin duda, este es el concepto que de forma harto simplificadora y algo absurda adoptó el Departamento de Estado para clasificar a los distintos grupos étnicos del país, siendo los latinos o Hispanics el único grupo cuya pertenencia queda definida por la lengua mientras que los afroamericanos estarían definidos por la raza y los asiáticos por el origen geográfico. Ni que decir tiene que a estas categorías les quedan cuatro días sobre todo si tenemos en cuenta que cada vez abundan más los individuos multirraciales.




Pero para que nos vamos a engañar. Una mayoría de norteamericanos, con todas las matizaciones y educación que se quiera, piensa que lo latino es todo aquello que viene de México, su comida, sus costumbres y su gente. No en vano los hispanos de origen mexicano constituyen más de un ochenta por ciento de la población latina en los Estados Unidos. Lo latino se asocia a la comida picante, la fiesta, la pasión, las personas de pelo negro y tez tostada, los colores chillones, los bigotes, la pereza, la informalidad, la pobreza, la crueldad, Eva Longoria, Penélope Cruz, César Millán y Ricky Martin. Por experiencia, puedo decir que no es el retrato que gusta a muchos españoles ni a muchos latinoamericanos. Sin embargo, en la era del turismo, la sensualidad y el tiempo libre, conviene no minusvalorar el poder fascinador de lo latino, de un dúplex en Zihuatanejo (México) con techumbre roja, muros enjalbegados de cal y con vistas al mar. La pasión es y siempre será cool así como las culturas asociadas a lo caliente que tienden a verse como lugares paradisiacos o la mismísima encarnación del infierno en la tierra. Siempre lo mismo. O Ciudad Juárez o Puerto Vallarta. O la exuberancia de Gaudí en el Paseo de Gracia o los individuos desdentados manifestándose que presenta el reportaje fotográfico publicado en The New York Times. Lo latino es y será siempre la falta de término medio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario