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domingo, 14 de octubre de 2012

Saber perder


A menudo en América, el país del fair play, saber perder equivale a ganar. Reconocer una falta, un fracaso, atreverse a exteriorizarlo en una charla de alcohólicos anónimos o a documentarlo en un informe a disposición del público implica un motivo de redención. Encontramos toda una casuística al respecto: los cristianos renacidos, los emprendedores que han tenido varios fracasos empresariales a lo largo de sus vidas y a los que se les sigue concediendo crédito, la gente que cambia de ciudad debido a malas experiencias y empieza desde cero una nueva vida.

Han sido los propios norteamericanos, y en concreto la Agencia Norteamericana Antidopaje (USADA) los que se han encargado de sacar a la luz pública las sofisticadas técnicas de dopajes utilizadas por Lance Armstrong y un buen número de ciclistas, bastantes de ellos norteamericanos, del equipo US Postal. El informe incluye numerosos testimonios de compatriotas, como Floyd Landis y Tyler Hamilton, que, aportando nombres y apellidos, describen con pelos y señales el comportamiento de sus compañeros de pelotón.







Junto a Michael Phelps y Michael Jordan, Lance Armstrong estaba considerado como uno de los mejores deportistas norteamericanos de todos los tiempos. La revelación del dopaje se ha aceptado con naturalidad, con un sentimiento de inevitabilidad ante las pruebas expuestas. Han sido los propios norteamericanos, los que han abierto “la lata de los gusanos”, como dicen aquí. Un aspecto que no se suele mencionar es que el equipo de Armstrong, el US Postal (la empresa pública de correos de los Estados Unidos), era en cierto sentido una selección nacional de ciclistas norteamericanos. Es como si la Agencia Española Antidopaje demostrara que todos los corredores de un equipo llamado Correos y Telégrafos que contara con los mejores corredores nacionales. O como si de repente los propios españoles demostráramos que nuestro admirado Rafael Nadal se hubiera dopado (algo metafísicamente imposible ya que el mundo del tenis es rigurosísimo con este tipo de controles).

Se da la circunstancia de que en ningún momento Armstrong dio positivo a diferencia, por ejemplo, de Alberto Contador al que en España todavía se le sigue considerando un gran campeón. Los únicos que se quejaron fueron el gremio de carniceros vascos ya que Contador arguyó que la causa del positivo era un filete de ternera vasca que había consumido. Me vienen a la cabeza otros ejemplos de deportistas españoles vinculados al dopaje a los que los medios de comunicación siguen tratando entre algodones. Supongo que se trata de una manera diferente de entender el patriotismo.

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