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viernes, 29 de marzo de 2013

Buen rollo "made in America"


La cultura del buen rollito llegó tarde a España. Fue  primero cosa de los primeros hippies durante el tardofranquismo y más tarde se popularizó durante la transición especialmente gracias a la movida madrileña. A decir verdad, creo que nunca nos lo acabamos de creer del todo y si no, no hay más que echar un vistazo a tantos y tantos lugares de trabajo o al mundo de la política doméstica donde comportarse como un energúmeno suele aceptarse razonablemente bien.

En América la cosa fue siempre un poco diferente. A la herencia de la tradicional “politeness” inglesa (de la cual, según algún cotilleo que me han contado, muchos directivos del Banco de Santander no se han enterado todavía) hay que sumarle la filosofía cool que tan bien popularizaron en los años 60 los baby-boomers. En su muy recomendable libro, The birth of the cool, Ted Gioia  lo explica muy bien. Desde entonces en América está prohibido enfadarse o pronunciar una frase altisonante. Las discusiones agrias son escasas por estos lares y uno tiene que envainársela a menudo si no quiere ganarse una mala reputación. Casi siempre que uno asiste a una discusión a calzón quitado, escucha algún acento extranjero. Ser una buena persona, un buen ciudadano en Norteamérica es ante todo “being nice” (ser majo) con independencia de las acciones. Curioso, porque en una cultura que se precia de su eficacia, ni las broncas ni los correctivos severos están a la orden del día. Las decisiones drásticas en el mundo del trabajo y de las organizaciones por ejemplo despedir a una persona, pocas veces se toman en caliente y sí, después de de documentaciones y deliberaciones que a veces pueden resultar exasperantes.

En su libro Gioia, habla del ocaso de la cultura cool. Pone como ejemplo el tono y el lenguaje empleado en los chats y comentarios que abundan en Internet al final de las noticias. Algo inimaginable hace décadas en la esfera pública. Tiene razón que siempre hay gente que amparada por el anonimato aprovecha ese tipo de foros para descargar la bilis pero se nota que no ha leído los comentarios que se publican overseas o en un lugar que pongamos se llama España. No es por nada, pero el número de trolls es infinitamente superior en cualquier periódico español que en The New York Times o el periódico americano más remoto.

Un ejemplo que sirve de botón de muestra. Leo los foros de tenis a menudo aquí y allá y aunque la noticia no tenga nada que ver con ellos, los comentarios agresivos contra Nadal (a veces), Verdasco (sobre todo Verdasco) y López son constantes. Nunca he leído nada semejante sobre los jugadores norteamericanos y eso que no hay ninguno entre los 20 primeros del ranking ATP.

Quizás la hipocresía no sea un defecto tan malo.

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