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lunes, 8 de abril de 2013

Cuéntame lo que te pasó


Sucede con harto frecuencia en Norteamérica. Allí donde se reúne un grupo de personas para hablar en un foro público sobre cualquier tema, lo primero que hacen es contar su historia personal. Sin preámbulos. Sin dilaciones. Una historia personal contada en primera persona que explique la conexión entre la biografía del panelista y el tema a tratar deja contentos a todos. A los ponentes y a la audiencia.

Una historia lo suficientemente gráfica que no de lugar a elucubraciones o pensamientos rocambolescos. Una historia directa, repleta de ejemplos a flor de piel, con aroma de veracidad, que se entienda a la primera, que no precise de explicaciones o aclaraciones sucesivas, que evite tener que recurrir a los recovecos del pensamiento abstracto que transcienden la mera casuística.

Sucede en las mesas redondas, en los paneles, cuando un guest speaker  se pone enfrente de un grupo de estudiantes. Cuéntanos una historia, piensan, que nosotros ya te haremos las preguntas que consideremos oportunas si tu narrativa resulta lo suficientemente interesante. No te andes con Power Points o con notas pedantes mecanografiadas en un papel. Mantén el contacto visual, haznos sonreír, danos buenos ejemplos, se uno de nosotros o por lo menos parécelo. ¿Que vienes de muy abajo y has trabajado duro para conseguir estar donde estás? Okay. ¿Que siempre subiste lo que querías desde que eras pequeño? Fine. ¿Que has viajado mucho y has aprendido del contacto con otras culturas? Excellent. ¿Que creer en Dios te ha ayudado a superar los momentos difíciles? Great. ¿Qué sabes bien convivir con el caos? Admirable. ¿Qué has fracasado cinco o seis veces y te has reinventado otras tantas? ¿Qué has encontrado un mentor extraordinario? ¿Que tus padres te lo han dado todo o que has cuidado de tu hermana desde que eras adolescente y eso te ha ensenado a superar las dificultades? Sure.

No esperábamos menos. Ni más, a decir verdad.

Son historias sencillas, casi de escuela de guion de cine clásico, con distintos actos y un clímax, optimistas, arquetípicas, en las que hay una moraleja, que han sido contadas muchas veces por muchos otros antes que ellos y en las que únicamente varían algunos detalles biográficos de escasa importancia.

Son historias que giran alrededor de uno mismo, con el yo (I) siempre bien en mayúscula, optimistas, que oscilan entre el narcisismo y el altruismo. Historias americanas. Historias universales.

6 comentarios:

  1. Tal cual lo cuentas, tal cual lo vivo. No se si universales, pero desde luego americanas. El arte del autobombo lo traen aprendido desde pequenos.

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  2. En mi modesta opinion, el verdadero ethos americano es la autoconfianza. Los americanos no valoran tanto la educacion, sino los guts para llevar a cabo una idea o un proyecto. Para innovar o ser emprendedor no hay que ser culto.

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  3. Ser culto en EEUU es un handicap y para los negocios mas todavía.

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  4. Desde luego el concepto de cultura que hemos mamado en Europa los pertenecientes a una cierta generacion (de cuarenta anos para arriba), en Estados Unidos ha desaparecido por completo si es que alguna vez ha existido.

    Nunca he pensado que ser culto sea una ventaja para los negocios en EE.UU, pero una desventaja tampoco necesariamente. Cual es tu experiencia?

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  5. En mi trabajo los temas de conversación únicos son la caza, las armas de fuego y los deportes, sobre todo del equipo local, los Wildcats de la universidad de Kentucky. Mi experiencia es que si no sabes el resultado del partido de ayer del equipo local te toman por loco y si se enteran de que has ido a la ópera eres "queer". Y si se enteran de que votas demócrata se acabo tu carrera profesional.

    Pero esto no es sólo en el trabajo. Una vez un peluquero tirando a fanático me preguntó mí opinión sobre el partido del día anterior, mientras manejaba sus tijeras cerca de mi oreja. Yo me quedé helado porque para empezar no sabía si el partido había sido de football o baloncesto. En mi vida pasé tanto miedo.

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  6. Lo que dices me suena bastante familiar. Recuerdo que hace poco manifesté interés por ver la película "Amour", una película europea nominada a los Oscars y nada extravagante en ningún sentido, y no pude encontrar nadie que viniera a verla conmigo. El concepto de masculinidad, incluso en ambientes más o menos cultos, cohibe a los hombres para hacer según que tipo de cosas (entre las que no incluyo ni la caza, la pesca ni los deportes).

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