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viernes, 31 de mayo de 2013

La comunidad bien entendida


Hace un par de semanas, un sábado por la mañana los vecinos de mi ciudad acordaron hacer limpieza general. No es que la ciudad no disponga de servicios de limpieza costeados por los impuestos vecinales, de hecho las calles suelen estar bastante impolutas, pero los voluntarios se centraron fundamentalmente en restaurar o mejorar zonas a las que los empleados de la contrata del ayuntamiento no pueden dedicar tanta atención a diario: limpiar manchas de grasa, quitar la maleza que crece en el cemento, limpiar de papeles y objetos las orillas del río, borrar alguna pintada, etc…

Reinaba el buen rollo pero no era una fiesta. Había estudiantes universitarios nacionales e internacionales, jubilados, amas de casa, profesores, familias, miembros de asociaciones cívicas, etc… Las tiendas locales aportaban refrescos, comida, utensilios pero lo interesante es que no se trataba de una situación catastrófica o de extrema necesidad.

 La única recompensa de los allí reunidos era hacer algo por el pueblo, hacer comunidad, crear capital social en un lugar en el cual la mayoría de ellos no han nacido y están viviendo temporalmente. A nadie se le ocurrió argüir que ya pagan suficientes impuestos como para tener que estar trabajando por la cara un fin de semana o que el municipio se debería encargar de esa labor. El cinismo reinaba por su ausencia, nadie se planteaba que se estuvieran aprovechando de ellos, que las instituciones estuvieran en deuda con ellos. La idea de crear comunidad era más importante que todo eso, no en vano empresas como Starbucks gastaron por esas fechas ingentes cantidades de dinero en una iniciativa denominada Global Month of Service destinada a la mejora de barrios y ciudades.  Y nadie mira a Starbucks con recelo o desconfianza por ello.




No es por casualidad que el país más individualista del mundo sea donde la idea de community, comunidad, más ha arraigado. Comunidad en América significa asociarse con otras personas que tienen parecidos intereses para lograr cosas. En español comunidad no equivale a community, casi siempre se refiere al vínculo que une a personas que proceden o viven en el mismo sitio aunque no se unen para fines concretos (si no ver las definiciones del diccionario de la RAE). De hecho, casi siempre que se utiliza esta palabra en la vida cotidiana se refiere a la comunidad de vecinos y tiene un matiz posesivo, malrollista, egoísta, casi opuesto a la idea de community. La otra acepción más frecuente es la de las comunidades autónomas. Pocos ejemplos más demoledores de nuestro concepto de comunidad que el modus operandi y las motivaciones clientelistas que imbrican la vida de las comunidades autónomas.

Individualismo y comunidad van de la mano de la misma forma que el asociacionismo y la entrega a los demás. No es casualidad que sea precisamente en el país del lucro por antonomasia en el que la filantropía y el altruismo están más extendidos y en el que haya más organizaciones no lucrativas.

Tampoco es coincidencia que en países de cuyo nombre no quiero acordarme con altos niveles de desempleo y de número de ni-nis el asociacionismo sea casi inexistente así como el bajo número de voluntarios en las organizaciones no lucrativas.  Lo decía hace poco un informe paneuropeo del BBVA. Un informe serio.

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