Resulta triste ver lo desnortados que están los partidos
politicos españoles en lo que se refiere a la calidad de la educación, que es
de verdad el problema de fondo y de forma que tiene España muy por encima de la
articulación territorial o incluso el desempleo.
Va a tener razón Luis Garicano en su excelente libro El dilema de España acerca de la falta de calidad de las élites españolas.
Aunque las evidencias empíricas son irrefutables acerca de la falta de relación
entre gasto y calidad de los resultados, los politicos españoles siguen
pensando que decir que incrementarán el gasto en educación, a falta de otras
medidas de más alcance, les dará votos.
Es el caso de Pedro Sánchez al decir que si su partidogobierna incrementará el gasto hasta el 7 por ciento del PIB. Bueno, pues muy
bien. Si eso es todo, entonces quizás se abaratará el gasto de comedor o la
ruta de autocar, pero la educación seguirá siendo la misma. Habrá más becas,
pero lo que se aprende y como se aprende en las aulas no variará. Puede que
haya un mejor ratio de alumnos por clase, quizás pasemos de 21 a 19, pero ya se
ha demostrado por activa y por pasiva que mientras exista un ratio entre 15 y
30 el número no parece tener demasiada importancia (véase David y Goliath
de Malcolm Gladwell, libro en el que presenta una serie de estudios científicos
al respecto).
Ni una palabra de dar más autonomía a los centros, de
eliminar la subvención si los resultados están por debajo de lo esperado, de
reciclar a los profesores, de hacer una evaluación continua de los docentes,
de cambiar una cultura educativa
memorística por otra que favorezca la resolución de problemas, de acabar con la
endogamia en la universidad, de eliminar las barreras burocráticas y salariales
para atraer el talento. De eso, cero.
Polonia y Estonia con un gasto per cápita muy inferior
figuran a la cabeza del informe PISA que demuestra que a partir de un cierto
umbral, pongamos los 10.000 euros por alumno, el dinero no es el problema en la
educación.
La propuesta de la Comunidad de Madrid de incluir como
obligatoria en la enseñanza secundaria una materia llamada programación no
llama tampoco al optimismo. Se arguye, con un papanatismo muy ibérico, que es
una iniciativa muy ambiciosa con la que se pretende “situarse a la vanguardia
mundial” y que Gran Bretaña es el primer y único país que la ha implantado en
su sistema.
Ningún conocimiento viene mal, pero es el problema de los
chicos de 16 años que no saben crear webs o aplicaciones de video juegos? A mí,
por lo que leo, escucho y al hablar con ellos (y eso que en el informe PISA los
chicos madrileños no salen malparados del todo), lo que me da la sensación es
que leen poco, que les falta comprensión lectora, que sus conocimientos en
matemáticas son deficientes, que su nivel de inglés es bastante bajo a pesar de
los colegios llamados bilingues y que, de esto se habla menos porque no lo mide
el informe PISA, carecen de iniciativa. Tener unas nociones de programación si
acaso puede hacer, si acaso, que algunos se interesen más por las disciplinas
que los americanos agrupan bajo el paraguas de las siglas STEM (Science,
Technology, Engineering and Mathematics) pero poco más.
En los programas avanzados enseñados en las escuelas
norteamericanas se enseña a los chicos pensamiento creative (si, estudian a
Edward de Bono con 10 años), teatro,
literatura, se les estimula a detectar problemas y a pensar en inventos
que contribuyan a solucionarlos. No se les enseña a programar ni falta que les
hace.
No es esto, no es esto, que diría Ortega y Gasset.
Si, a mi me lleva mucho tiempo pareciendo que seguimos viviendo bajo la égida del 98 y no sólo por el tufo regeneracionista que ha traído la crisis.
ResponderEliminarA mi me parece que el cambio de la educación en España empieza por cambiar para mejorar cómo enseñamos los que nos dedicamos a esto, con más motivación y menos lecciones magistrales. Esta idea se conoce en la educación moderna sobre todo desde los informes de Ken Robinson en UK hace muchos años.
ResponderEliminarSe sabe desde hace bastantes años que hace falta un cambio de cultura en el profesorado, el problema es que la gente que tiene que cambiar la cultura de la clase magistral procede del sistema que la ha engendrado, son opositores que cantaban los temas ante un tribunal, No son precisamente gente muy innovadora.
ResponderEliminarCésar, hace años, un amigo que había estado estudiando en la universidad de Santa Bárbara, en California, me contó que la forma que tenían allí de evaluar a los profesores era con una cámara de vídeo. O, al menos, era una parte del proceso de evaluación.
ResponderEliminarEn mitad de una clase podía entrar un equipo de grabación, sentarse al fondo y empezar a grabar sin decir ni pío. Al cabo de un rato se iban, y esa grabación era luego estudiada para ver cómo explicaba ese profesor. ¿Es verdad o me contaron una trola?
Es creíble pero como curiosidad. En la mayoría de las universidades se utilizan cuestionarios de evaluación que se entregan a los alumnos a finales el curso y en algunos casos se realizan focus groups con alumnos si los cuestionarios de evaluación son poco claros.
ResponderEliminarEn fin, son métodos que tienen ventajas e inconvenientes, pero algún método tiene que haber.