Vaya
por delante que a cualquier joven español de veintitantos le aconsejo emigrar y
pensando en no volver en X años o quizás nunca a no ser de vacaciones o por
compromisos familiares. Difícil papeleta aunque si puede ser a los Estados
Unidos pues mejor.
Sin
embargo, entiendo a Raúl G. Serra cuando dice que echa de menos las
lentejas de su madre desde su peripecia londinense. Todo el mundo tiene derecho
a echar de menos a su familia, los recuerdos y las sensaciones con los que ha
crecido. No veo ese toque siciliano o machista que algunos comentaristas de su
blog han querido ver.
Las
lentejas son sólo una metáfora. Hay mucha gente, los otros emigrantes, que
aprovechan para sacar pecho y decir “haz como yo”, “mira que bien me ha ido a
mí”, cada vez que oyen una queja. Me parece una actitud arrogante y ventajista
basada en una aceptación del darwinismo ahora que las cosas les van bien a
ellos.
Londres
puede ser el paraíso o un pequeño infierno si te has ido a buscar la vida con
un nivel de inglés precario trabajando en un restaurante o hacienda camas en un
hotel. La soledad puede ser acuciante y comerse un filete como el que describe
Raúl puede convertirse en un sueño de Carpanta cuando tienes que contar cada
penique.
Sin
embargo, me hago en voz alta una serie de reflexiones que quizás pueden ayudar
a algunos.
1.
Adaptarse a una sociedad nueva en la que uno tiene asignado un nuevo papel,
inmigrante en el sector servicios, lleva tiempo y un esfuerzo suplementario
motivado por el hecho de saber que a dos horas de avión te esperan unas
lentejas y una cama con el embozo bien hecho. Hay que aguantar el envite (véase
si no mi Carta abierta a Benja Serra) si o sí.
2.
Hay que olvidarse de ese pensamiento tan español de “trabajar en lo mío”.
Muchas veces “lo mío” puede ser un rollo patatero y nos perdemos oportunidades
en otros campos más interesantes y mejor remunerados. En el mundo anglosajón
tienen bastante claro que pasar por la universidad habilita para muchas cosas
con un mínimo de formación complementaria y una buena actitud. La biografía no
te marca necesariamente a los 30 años como aquí.
3.
Si tienes ideas, “empezar una startup”, España no es un buen país. Hay aversión
generalizada al riesgo. Por simplificar, los únicos que prestan dinero son los bancos
tradicionales que son lo más conservador que existe. Sólo te van a apoyar si ya
tienes dinero o credenciales. En casi cualquier otro sitio del mundo
desarrollado, Londres por supuesto, lo tendrás más fácil si tienes buenas
ideas.
4.
Aunque lo parezca, no es lo mismo vivir fuera un año que cinco. En términos de
madurez emocional, aporta más vivir diez años en un sitio que haber visitado 57
países en fines de semana. Uno madura mucho más, endurece la piel y relativiza
muchas de las inevitables adversidades de la vida.
6.
Para ser fuerte en casa, ayuda mucho serlo primero fuera. No siempre, porque
España es un país muy desagradecido, se abren puertas pero es más sencillo si
te has labrado fuera una reputación. Lo único que pasa es que luego no quieres
volver.
7.
Por último, porque la lista sería interminable para un post, aunque el
subjetivismo y la sentimentalidad están de moda en esta era del yo, no te dejes
llevar por ellas. Confronta tus sentimientos y sensaciones. Si vienes en verano
de vacaciones, te darás cuenta de que las cosas cambian poco, de que no te
estás perdiendo nada.
Recordarás
que los pisos de Atocha están mal aislados y hace un frío que pela en invierno,
que los filetes de las casas de comida de Tirso de Molina son correosos, que el
olor a fritanga se queda en tu ropa y que el vino de los menús es pendenciero a
más no poder. Te darás cuenta de que tus amigos están melancólicos los domingos
por la tarde pensando, los que lo tengan, en el trabajo que les espera el lunes
por la mañana.
Si
después de hacerse estas reflexiones uno quiere volver, pues que vuelva. Queda
avisado.
Absolutamente en el clavo, como tantas veces. Lo confirmo desde Inglaterra también. Ir en verano a ver la familia es más que suficiente y basta para darse cuenta, como dices, César, de que las cosas cambian poco: que a poco que tengas que vértelas con comercios o la administración pública, te la intentan meter doblada o te responden con exabruptos cuando educadamente quieres reclamar tus derechos de consumidor. Las lentejas nos las podemos cocinar en cualquier parte, pero un clima de honradez donde al corrupto se le persigue y avergüenza no cuajará en España (donde se les aplaude, y vota, y donde los que los critican es fundamentalmente porque no pudieron hacer ellos lo mismo) durante nuestras vidas. Por eso mejor pasarlas fuera.
ResponderEliminarHola Erik,
ResponderEliminarEs curioso, pero esas expressions como "te la intentan meter doblada", de imposible traducción al inglés, me encantan aunque evoquen un mundo que no me encanta tanto.
Pensaba en ello el otro día viendo la película argentina Nueva reinas y pensando en El lazarillo de Tormes. Un mundo interesante pero para ver a distancia.
Un abrazo,
César
El artículo es bueno, incluso se podría ser mucho más incisivo y cruel con España, pero Madrid es una ciudad entretenida, con muchas alternativas a precios asequibles, y empieza a haber más trabajo. Gracias a la crisis apenas hay diferencia de precio en el menú del día entre uno de esos bares infectos de Tirso y restaurantes mucho más interesantes que fuera de este país normalmente tendrían un precio prohibitivo. Y también en Madrid hay muchos Australianos, Americanos, y gente de otros paises sajones encantados de estar aquí aunque sea dando clases de ingles y viviendo felices con no mucho dinero... y uno de sus alicientes es la comida y el ambiente que se respira. Conozco algunos de ellos gracias a un proyecto relativamente nuevo aquí llamado English coffe. Pero me alegro que la frase "vivimos en tierras de penumbra, el sol siempre brilla en otra parte" no siempre sea cierta.
ResponderEliminarRaúl
No se trata de poner Madrid en cuestión como ciudad de cultura, entretenimiento o gastronómica. Yo también creo que es una ciudad envidiable en muchos aspectos. Me interesa más hablar de lo que puede ofrecer a un joven de veintitantos con alguna ambición y creo que es muy poco hoy por hoy. Las perspectivas no son nada buenas tampoco. Qué es mejor estar en el paro o cobrando 600 euros limpios en Madrid o vivir en el norte de Europa, Australia o Estados Unidos? Yo lo tengo claro. Aunque suene algo simplón, tener un proyecto en la vida es imprescindible.
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