Uno lee las conclusiones de la encuesta realizada a 645
expertos en educación de los cinco continentes por la Cumbre Mundial para laInnovación en la Educación (WISE, por sus siglas en inglés), una iniciativa de
la Fundación Qatar sobre innovación y colaboración en el ámbito de la
educación, y tiene sensaciones contradictorias.
Por una parte, el informe habla de cambios muy profundos
hacia 2030 en un terreno, la educación, en el que las cosas han cambiado muy
poco en los últimos 300 años. Pero, al mismo tiempo, bastantes de los cambios
de los que habla ya llevan aquí algún tiempo y tienen poco de futuristas
(asumiendo que 2030 sea un horizonte temporal suficiente).
Entre otras muchas cosas, el informe habla de que las
escuelas se convertirán en entornos interactivos en el que el profesor perderá un
peso que será ganado por los alumnos que trabajarán en redes colaborativas en
las que el profesor, en cierto modo, será un mero facilitador.
El informe también describe un entorno en el que nuevas
técnicas de enseñanza y procesos creativos innovadores, los cuáles nunca se
termina de definir, se impondrán a la clase magistral de siempre y que las
plataformas online arrinconarán de una vez por todas los libros de texto. Los
expertos entrevistados se decantan por dar más importancia a las habilidades
personales e interpersonales en perjuicio del conocimiento meramente académico
que cada vez sera más individualizado.
Según John Mahaffie, a quien la fundación presenta como un
futurista de profesión que da clases en American University, el rol del
profesor ha quedado obsoleto. En palabras suyas, el profesor “debería ser como
un bibliotecario: un bibliotecario no es necesariamente un experto que sepa el contenido
de cada libro, sabe donde hallar cada contenido, como puedes encontrarlo y si
está disponible. Lo mismo sucede con los profesores: deben escuchar las
necesidades de los estudiantes, intereses y metas y decidir como pueden
lograrlos”.
Con todos mis respetos, no se si es una gran comparación. Si
fuera sólo por esa razón, los bibliotecarios hoy día serían bastante
prescindibles gracias al desarrollo y facilidad de acceso a las bases de datos.
Por no hablar de lo vacías que están bastantes de las bibliotecas
universitarias que he visitado últimamente. Digo yo que el valor del profesor
radica en su capacidad para interpretar, relacionar, relativizar, priorizar y explicar
conocimiento además de motivar y, sí, guiar al alumno.
Quizás el problema es que este tipo de estudios son
diseñados y comentados por gente como Mahaffie o el propio Noam Chomsky,
reputado linguista y profesor durante décadas en el MIT, que únicamente dan
clases a estudiantes de posgrado en universidades de élite. Quizás este tipo de
estudiantes solo necesite un facilitador y pueda apañárselas solo pero una
mayoría de estudiantes sigue prefiriendo la escuela presencial, el contacto con
profesores y, sí, algún tipo de clase magistral o utilizando el método
socrático.
Lo veo a diario. En general, por experiencia puedo decir que
los cursos híbridos, online y todas sus variantes intermedias no satisfacen a
una, yo diría, mayoría de estudiantes a pesar de que siempre se citan sesudos
estudios que dicen que el aprovechamiento de las clases online es incluso
mayor. Lo cierto es que una mayoría de estudiantes eligen vivir en un campus,
entre otras cosas, para evitar las clases online y en los casos en que una
sección se ofrece sólamente a través de esta modalidad, hay quejas como muchos
de ellos confiesan en sus evaluaciones o en privado.
Algo parecido sucede con aquellos profesores que rehuyen las
clases magistrales en su totalidad. Numerosos estudiantes escriben que quieren
que el profesor enseñe, “que tenga más presencia”, en palabras de algunos de
ellos, y que no se limite a mandarles trabajos, ponerles documentales, pedirles
presentaciones y a realizar meros comentarios acerca de las mismas.
¿Libro
electrónico o de papel? Los dos. ¿Petróleo, energía eólica o biomasa? Probablemente el energy mix necesita un poco de cada
cosa. Si a estas alturas no entendemos que muchas encuestas solo sirven para
generar polémicas artificiales y dar titulares, mal vamos.
Los que verdaderamente saben el rol que debe desempeñar el
profesor son los estudiantes. No los futuristas ni, mucho me temo, los
expertos.
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