El auge del fútbol es considerado un elemento más de disputa en lo que frecuentemente se denomina la guerra cultural entre una América predominantemente rural, blanca, republicana y religiosa y la otra América urbana, multiracial, progresista y secular.
Los primeros verían en la expansion del fútbol una amenaza a los valores y al excepcionalismo norteamericano, mientras que los segundos lo consideran un engarze con el resto del mundo. En su libro How soccer explains the world (Una explicación futbolística del mundo), Frank Foer reúne un catálogo de citas de lo que se ha denominado el antilobby futbolístico americano como por ejemplo esta perla de Tom Weir, un periodista del periódico USA Today, “odiar el fútbol es más americano que la tarta de manzana, conducir un pickup (coche con remolque), o pasar la tarde del sábado con el mando a distancia de la televisión en la mano”. Jack Kemp, un aspirante a la vicepresidencia del gobierno en los años 90 dijo en una ocasión que el fútbol americano “en el que se lanza, se pega una patada y se corre con la pelota en las manos es democrático y capitalista mientras que el fútbol es un deporte europeo y socialista”.
Y es que hay algo de cierto en que para muchos americanos el fútbol se relaciona con gente de países depauperados como México, que no tienen la infraestructura para jugar otros deportes, o con cierta mentalidad europea colectivista (baste recordar que hasta no hace demasiados años los jugadores de fútbol no llevaban ni su nombre en las camisetas, una circunstancia que cambió en este caso por influencia norteamericana). A diferencia de otros deportes genuinamente americanos como el baloncesto, el béisbol o el fútbol americano, en el fútbol los tanteos son rácanos, los patrocinadores no pueden pedir tiempos muertos y no hace falta estar especialmente dotado físicamente para competir. Sin embargo, tal y como aspiran yuppies (el 50 por ciento de los que juegan al fútbol en este país provienen de hogares donde los ingresos son de al menos 75.000 dólares al año) e inmigrantes, el fútbol sigue expandiéndose con fuerza y haciendo América algo menos especial.
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