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domingo, 18 de diciembre de 2011

Santa Claus y las happy holidays

No deja de resultarme sorprendente que en la única sociedad occidental en la que el cristianismo sigue teniendo vigor, solo para hacernos una idea alrededor del 45 por ciento de los norteamericanos acuden a misa semanalmente frente a un 12-15 por ciento de españoles, la palabra navidad cada vez se utilice menos por estas fechas. La expresión happy holidays surgió de forma alternativa en los años 70 como una forma explícita de reconocer la neutralidad del estado en material de religión al mismo tiempo que la emergencia de una sociedad cada vez más diversa y multicultural. Desde entonces el término se ha ido imponiendo no sólo en la esfera pública (tanto las instituciones del gobierno como numerosas corporaciones han eliminado la expresión merry Christmas para dirigirse a sus distintas audiencias y la han sustituido por el más aséptico felices vacaciones) sino también en la privada. Sin ir más lejos una mayoría de mis estudiantes, bastantes de ellos de arraigadas convicciones religiosas, se despide de mi deseándome happy holidays el ultimo día de clase o al terminar sus correos electrónicos. Del mismo modo una aplastante cantidad de las tarjetas de felicitación y fotografías que recibimos en casa (una costumbre que se mantiene viva por estos lares) incluyen esta expresión u otras similares como season greetings. En un país donde al menos un 90 por ciento de sus habitantes dicen creer en Dios y de ellos un 95 por ciento se denominan cristianos no deja de sorprenderme este acatamiento de la ley y/o de lo políticamente correcto.

Mientras tanto, en España, país denominado por la propia jerarquía católica como tierra de misión por su elevada indiferencia cuando no directa hostilidad hacia cualquier tentativa de pensamiento cristiano y yo diría que metafísico en general, la expresión feliz navidad apenas ha sufrido erosión en estos últimos años.

Se me ocurre que la definitiva entronización de la figura de Santa Claus como icono de la navidad que tuvo lugar en la campaña publicitaria de Coca-Cola en los periódicos y revistas americanos en 1931 marcó un antes y un después en la consideración de la navidad como un periodo de ocio más que una fiesta religiosa y supuso un antecedente de lo que vendría después en Estados Unidos. A partir del concepto creado por el artista Haddon Sundblom, Santa Claus, que tenía como lejano y vago referente la figura de San Nicolás de Bari, paso a ser un anciano vestido de rojo y blanco (los colores de la corporación), alto (hasta entonces en numerosas interpretaciones se aparecía como un enano o elfo), gordo y bonachón. Santa Claus se transformó rápidamente en un icono global y hoy puede disfrutarse de su presencia por estas fechas en puntos terráqueos tan distantes como Japón, Argentina y Sudáfrica (a quien le interese la historia complete de la invención de este icono le recomiendo visitar la web de Coca-Cola). Santa Claus no venía solo y popularizó rápidamente toda una iconografía navideña de raíces nórdicas como el abeto, las velas, el reno y el copo de nieve que de alguna forma ponían la navidad al alcance de todos los bolsillos, incluso aquellos que no eran cristianos. Soy de la opinión que el concepto moderno de Santa Claus abonó el terreno al pensamiento políticamente correcto estadounidense sobre esta materia al hacer aceptable por todo el mundo que la navidad se entendiera como un periodo de legítimo hedonismo, consumo y disfrute del tiempo libre.

A mi particularmente me enorgullece que España sea uno de los países que conozco donde Santa Claus tiene menos fuerza, aunque para mi gusto (y no soy ningún casticista) empiezan a abundar un poco más de la cuenta en los balcones de las casas españolas los muñequitos del citado personaje. Siempre he pensado, y no creo que sea una mera cuestión de tradición o recuerdos infantiles, que el halo de misterio, sabiduría y universalidad que emanan los tres magos de oriente, los cuales después de todo solo aparecen en un pasaje breve del evangelio de San Mateo, son incomparablemente más interesantes que la figura algo bobalicona de Santa Claus.

Y valga esta reflexión navideña para desearos una feliz navidad o, para el que lo prefiera, happy holidays.

2 comentarios:

  1. Lo de los "happy holidays" y "seasons greetings" lo veo como una prueba de que las convicciones religiosas no están reñidas con el respeto y el pluralismo. Mientras que en USA esas expresiones "neutras" sencillamente expresan la adhesion a los motivos de que el Estado se mantenga neutral ante las creencias religiosas, en España usar algo diferente de "Feliz Navidad" tiene connotaciones de animadversión a la religión, es decir, todo lo contrario al respeto. Yo he visto ya expresiones como "Felices fiestas solsticiales"...

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  2. Tienes razón en tu comentario. El problema en España es que al ciudadano religioso de un tiempo a esta parte se le considera un ciudadano en cierto sentido de segunda, un resquicio del pasado y, en muchas ocasiones, un indigente intelectual. Por ello los recelos entre unos y otros son tan grandes. De todas formas, la situación en Estados Unidos también es contradictoria. Por ejemplo, esta mañana me he desayunado con un Happy Hannukah en todos los periódicos, en los que las marcas comerciales felicitan la fiesta judía cuando no hacen lo mismo con las navidades.

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