¿Cómo son los americanos? ¿Son tan simples como dicen algunos? ¿Les conocemos tan bien como creemos gracias a las noticias y las películas? ¿En qué se diferencian de los españoles? En American Psique, César García responde a éstas y otras preguntas a través de un análisis pormenorizado de los elementos que conforman la psicología de los habitantes de los Estados Unidos en el siglo XXI.
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lunes, 29 de agosto de 2011
Pero, ¿qué comen realmente los americanos?
martes, 23 de agosto de 2011
Comida (II)
Aunque matizar y derrocar mitos siempre está bien, lo cierto es que para una gran mayoría de los americanos la cultura de la comida no se ha visto afectada por el ideal de la comida sana. En realidad, la estética de las cadenas de comida rápida sigue moldeando el paisaje urbano de cualquier ciudad media norteamericana. Tampoco es una leyenda urbana que bastantes turistas americanos acudan a restaurantes de comida rápida durante sus estancias en las capitales europeas. Los europeos generalmente reaccionan de forma irritada ante lo que consideran un desprecio a la gastronomía autóctona. Con toda seguridad, si los propios americanos supieran que su comportamiento se considera por los nativos un acto descortés no lo harían o al menos no de forma evidente.
El americano medio no acude a estos lugares tanto por orgullo de marca sino porque, al carecer de gastronomía autóctona, la noción de orgullo gastronómico no existe en su país y les cuesta pensar que exista en otras latitudes. Tampoco les importa que tenga poco prestigio. Para los americanos el mundo es un inmenso supermercado del que eligen aquello que más se adecúe a sus deseos en un momento determinado tanto si se trata de una hamburguesa como de un trozo de pizza. Es, si se quiere, la cara oscura del libre pensamiento. Esta refutación popular de los ideales normativos sobre cualquier materia no solo afecta a la comida sino a cualquier otro bien y servicio ya que son los consumidores más desprejuiciados del mundo para bien y para mal. Por omisión, al igual que en el deporte, nos están diciendo que los ingenuos somos los europeos, para los cuáles ser nacionalistas en lo que se refiere a la comida se considera cargado de razón y, por tanto, socialmente aceptable.
martes, 16 de agosto de 2011
Comida (I)
Los americanos supeditan el consumo de comida a valores fundamentales como la practicidad, la libertad individual y la administración de los propios recursos. En el país más rico del mundo sorprende que las escuelas carezcan de cocina propia y confíen los almuerzos a empresas de catering. Es una cuestión básicamente presupuestaria que, en el caso de las escuelas públicas, podría resolverse aumentando los impuestos del condado pero que provocaría una seria respuesta social. La consecuencia es que los niños deben acostumbrarse al sabor de los nuggets o pizza recalentados o a tomar almuerzos que generalmente consisten en un sandwich frío. Nadie rechista ya que los valores fundamentales mencionados se consideran parte del ethos americano.
martes, 9 de agosto de 2011
Family values
Sin embargo, para la psique americana la familia no representa exactamente lo mismo que para otras culturas del mundo. Irse a vivir a 4.ooo kilómetros de distancia porque se ha recibido una oferta laboral interesante o para estudiar en una universidad determinada no se entiende exactamente como valores familiares por muchos españoles. Ser buen padre o buen hijo en América es, sin embargo, apoyarse unos a otros en la consecución de las metas vitales aunque eso implique pasar muy poco tiempo juntos. Este es un sentimiento mutuo que abarca padres e hijos. No es infrecuente el caso de padres que, cuando se han jubilado, eligen vivir a distancia de los hijos. Algunos de ellos, los individualistas baby boomers, se marchan a vivir a lugares a varias horas de vuelo de sus hijos porque ese es el sitio donde siempre quisieron pasar sus últimos años. En Norteamérica, paradójicamente quizás, tener valores familiares implica justificar a los seres más queridos cuando deciden vivir a distancia para intentar cumplir sus sueños.
martes, 2 de agosto de 2011
Cristiano (II)
La comunicación de las distintas iglesias cristianas es sumamente sofisticada. Las distintas parroquias poseen bases de datos detalladas con las cualificaciones y disponibilidad de cada feligrés, tienen su web propia, editan su propia revista o newsletter y suelen contratar a profesionales del fundraising (captación de fondos para entidades no lucrativas) con un compromiso por la causa. No sólo las iglesias mayoritarias sino también las paraiglesias (habitualmente fundadas por un único líder carismático) poseen sus propios canales de televisión y emisoras de radio.
En algunas megaiglesias, consideradas aquellas capaces de albergar más de dos mil parroquianos en un sólo templo y con parkings similares a los de los centros comerciales, existen Starbucks y pantallas de televisión para seguir las misas en el caso de que falte sitio dentro de la iglesia.
Mientras tanto, hay que decir que las vocaciones religiosas cada vez son menores. No es infrecuente que cada vez más padres o pastores provengan de países en vías de desarrollo que se están constituyendo en una auténtica reserva espiritual. Esta situación crea a veces una curiosa inversión de las jerarquías. Por ejemplo, entre una audiencia blanca y acomodada que aparca sus 4 x 4 las mañanas de los domingos y un pastor de tez oscura (que puede provenir de México, Filipinas o algún país africano) que pronuncia la misa con un fuerte acento.