Tres
minutos y treinta y tres segundos, segundo arriba, segundo abajo, fue el tiempo
que dedicó Obama a cada uno de los miembtos de la oposición española en su
última visita.
Pedro
Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera decidieron que valía la pena que su
chófer, acompañado de su servicio de seguridad, les trasladara a la base aérea
de Torrejón para departir durante tres minutos con el ya saliente presidente
norteamericano.
Apenas el
tiempo imprescindible para saludarse, mostrar las condolencias por los sucesos
de Dallas y manifestar voluntad de colaboración en el futuro (incluso Pablo
Iglesias, a quien suponemos que las bases americanas no hacen demasiado gracia).
Todo ello con las banderas de los respectivos países de fondo. La
estadounidense al lado de los politicos españoles y la española en el lado de
Obama.
Todo
ello, imaginamos, que tras pasar exhaustivos controles de seguridad y quizás
una relativa humillación ya que los miembros de la seguridad norteamericana han
sido entrenados para no fiarse absolutamente de nadie.
Después,
una espera de dos días para que el departamento de estado difundiera las fotos
de los politicos españoles con el que dicen hombre más poderoso del mundo.
Misión
cumplida. Sánchez, Rivera e Iglesias dieron imagen de estadista durante tres
minutos y treinta y tres segundos. Obama lució como líder mundial dialogante,
siempre concernido por conocer todos los puntos de vista de los lugares que
visita y no fiarse solamente de la version de Rajoy, con quien pasó bastante
más tiempo.
Se
agradece que los politicos españoles traten de no ser Zapatero. Pero, quizás no
hubiera estado mal que se hubieran puesto de acuerdo para negociar una reunión
de mayor metraje y mejor calidad. Si, y hasta “amenazar” con no asistir al
encuentro.
Hay que
creérselo más, ser quizás menos humildes.
En eso
los americanos son maestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario