La pasión que estos días se vive en España con los múltiples enfrentamientos entre Real Madrid y Barcelona me trae a la cabeza la diferente relación que tienen los americanos con el deporte en general y con el fútbol en particular.
“Más que un club” o “más que un partido” son latiguillos recurrentes en los medios de comunicación españoles para referirse a este tipo de partidos. Sin embargo, en todos los años que he vivido en Estados Unidos jamás he escuchado o leído frases semejantes para referirse a un acontecimiento deportivo. Para el americano el deporte es sobre todo show, espectáculo y la emoción se termina cuando acaba el partido. Las ligas profesionales se basan en franquicias que están en manos de patrocinadores. En una mayoría de los casos, los equipos representan en primer lugar a la marca comercial que los financia y, secundariamente, a la ciudad en la que están localizados. Me viene a la cabeza el ejemplo del equipo de baloncesto Seattle Supersonics que, tras 40 años jugando en Seattle y ganar un título de la NBA, decidió marcharse a Oklahoma City tras ser vendido por su dueño Howard Schultz, el dueño de Starbucks, a un grupo de inversores de esta ciudad. Algo así como si el Sevilla se pusiera en venta y pasara a ser de un día para otro el equipo de la ciudad de Salamanca.
Sólo así se explica lo que está sucediendo con el fútbol (o soccer que es como aquí se le llama para diferenciarlo del fútbol americano), un juego con muy poca tradición en este país como deporte de élite. La liga local, bautizada como MLS (Major League Soccer), es sin embargo cada vez más popular. Las franquicias se multiplican. En 2009 Seattle adquirió su propia franquicia, los Seattle Sounders. En 2011 el equipo de la vecina ciudad de Portland, los Portland Timbers, ha empezado a jugar en primera división. Revistas, periódicos y programas deportivos hablan ya calurosamente de la rivalidad futbolística que se está fraguando en esta zona del país. Que no haya tradición es lo de menos. De hecho, los americanos en general no creen en las tradiciones (por eso son tan innovadores). Si hay que inventarlas, pues se inventan.