Una de las cosas que recuerdo de mi niñez son los adornos en la pared
que abundaban a la entrada de aquellos pisitos que, como el mío, olían
perpetuamente a repollo, con sofás de eskay y cuadros de cacerías presidiendo
los comedores. Había alguno que me llamaba particularmente la atención que
decía “el trabajo es sagrado, no lo toques” y en el que solía aparecer la
imagen de un currante espantada ante la idea de agarrar la pala y seguir
cavando.
En realidad, era un brindis al sol, un mero gesto quijotesco. Aunque
el español siempre se las ha dado de despreciar el trabajo, lo cierto es que
raramente ha sido así. Uno solamente puede vanagloriarse de despreciar aquello
que tiene al alcance y el trabajo, precisamente, nunca ha sido una mercancía
que haya abundado en España desde hace muchos siglos atrás.
Los españoles mostramos una actitud timorata, acobardada ante el mundo
del trabajo, ante la dificultad de ganarlo y el miedo de perderlo. El
bukoskiano personaje de Henri Chinaski nunca podría haber sido parido por un
escritor español. Recuerdo que una de las cosas que más impresionaban de sus
obras era la cantidad de trabajos que su alter ego biográfico Chinaski
encontraba y perdía en cada uno de sus libros, sobre todo en su libro Factotum. Trabajos industriales que
entonces, antes de que la globalización de la economía lo explicara todo, nos
parecían de poca calidad y que hoy serían un sueño para muchos por la seguridad
y confort mental que ofrecían. Quién pudiera, como Chinaski, trabajar en una
fábrica de pepinillos pasando una entrevista de trabajo en la que contesta a su
futuro patrón que su interés se debe a que el sitio en cuestión “le recuerda a
su abuela” o mirando pasar botellas en una cadena de producción y rechazando
las defectuosas con la cabeza en otra parte. Con lo difícil que ya era
encontrar un trabajo, cualquier trabajo, en España a mediados de los 80, ¿como
era posible que a ese borracho, desarrapado y salido de Chinaski le volvieran a
contratar una y otra vez?
Era obvio que a mis quince años no sabía mucho de liberalismo
económico y del modelo americano.
Casi tres décadas después, con integración europea, varios booms
económicos y sextuplicado la renta per cápita, las cosas no parecen haber
cambiado tanto. El trabajo, sí, sigue siendo sagrado para los españoles entre
otras cosas porque no hay. En cambio, la relación de la mayoría de los
americanos con el trabajo es tranquila y desapasionada. Incluso en los tiempos,
como estos últimos años, en que no abunda, tampoco falta. Hay un significativo número
de americanos que trabajan a ráfagas, cuando les hace falta. Es el caso de
estudiantes que quieren contribuir a pagar sus estudios o a financiarse algún
proyecto. También el de hombres y mujeres que no necesitan trabajar para vivir
porque trabajan sus cónyuges o disponen de rentas, que buscan algo que hacer
que les distraiga o algún trabajo voluntario. No se sulfuran, ni piensan que
les vaya la vida en ello, ni que vaya a pasar el último tren en sus vidas. Para
los cuáles el trabajo dista mucho de ser sagrado, si acaso útil a uno mismo, a
los demás o simplemente entretenido.
Muy bueno el ejemplo de Chinaski, pero creo recordar que gran parte de sus tramas, sobre todo las primeras, las de la epoca del cartero, estaban ambientadas a finales de los 50 primeros 60. Cuando habia demasiado trabajo disponible tras la WWII.
ResponderEliminarEn NYC la actitud que yo percibo es algo distinta. Obsesiva, extremadamente competitiva y entregada a tiempo completo. Mucha gente no sabe vivir, y sobrellevan sus vidas con el miedo que les supone no disponer de nada en la vejez. Conozco a gente de mi edad (30) que llevan ahorrando de forma compulsiva pensando en su retiro. Que bien montado esta el sistema.
Commo bien dices, Nueva York, y otras grandes ciudades, son un mundo aparte. Pero en las ciudades de tamano pequeno o mediano el trabajo es una commoditie, algo a lo que mucha gente no da demasiada importancia, reemplazable, que uno puede dejar y tomar sin comerse el coco ni sufrir por ello.
ResponderEliminarPuedo dar fe de ello. Hay gente que engancha un trabajo después de otro y si no encuentran nada que les guste, se van al food pantry, al DHS, a las iglesias o a donde les den algo.
ResponderEliminarEl otro día me comentaba un compañero mexicano lo fácil que es vivir o pasar la vida en este país.
Otra cosa es querer tener una single house de 4 dormitorios, dos SUV de 8 cilindros, esposa en casa sin trabajar, 4 hijos, bote de pesca, clases de equitación para la niña, buen seguro medico, etc, etc, para eso te tienes que partir los cuernos trabajando.
Pero, para llevarla día a día no hace falta tanto.
Me alegra que estes de acuerdo, Federico. Hace poco recibi un mensaje estremecedor de un profesor de primaria en Andalucia que no encontraba trabajo ni cargando cajas. Habia visto un articulo mio en el periodico, que estaba radicado en Estados Unidos y pensaba que le podria ayudar. Le di algunos consejos profesionales pero poco mas pude hacer.
ResponderEliminarEsa misma manana me fui al trabajo y vi un par de mis estudiantes saliendo de la escuela de primaria a donde va mi hijo con trabajos temporales y relativamente bien pagados por los que ese parado andaluz hubiera tomado un avion si hubiera podido. Para mis estudiantes es una etapa pasajera en sus vidas, ni siquiera se plantean que tienen un trabajo que probablemente les viene pronto, grande y por el que les pagan mientras aprenden. Les han educado en la creencia de que merecen mas, mucho mas.