En su excelente y ya algo olvidado libro a pesar de ser relativamente
reciente, Sonríe o muere. La trampa delpensamiento positivo (2009), la autora norteamericana Barbara Ehrenreich
ajustaba cuentas con su propia cultura.
No era un empeño fácil, ya que el libro cuestionaba la que quizás sea la
señal de identidad más fuerte de la cultura americana contemporánea y que,
gracias a los libros de autoayuda, se ha convertido en tendencia planetaria: la
necesidad de ser positivos siempre como forma de hacer sentir al individuo que
está en control de su destino por adverso que sea.
No en vano, se habla poco de la carga eufemística del idioma inglés actual
en el que casi siempre las dificultades insalvables se denominan retos (challenges), la muerte de un familiar o
sufrir una enfermedad incurable equivale a tener algunos problemas personales (personal problems), un trabajo
catastrófico puede mejorarse (needs
improvement) y un plato de sabor espantoso, sobre todo si es de una cultura
culinaria desconocida, es simplemente diferente (different).
Ehrenreich viene a decir que esta idea es peligrosa y crea el efecto
contrario que pretende producir en la gente, es decir, mayor dosis de
infelicidad. Que la vida también tiene un componente de azar y parcelas en las
que controlarlo todo no es posible. Que si uno no es rico o no encuentra
trabajo no es porque no se haya esforzado lo suficiente o no tenga la
personalidad adecuada; que uno puede tener cáncer aun teniendo una dieta rica
en verdura, frutas, fibra y andando 10 kilómetros todos los días o que un padre
puede tener un hijo drogadicto habiendo hecho sus deberes.
Según la autora, la optimista idea de que somos los capitanes de nuestro
barco en todo momento estaría causando más daño que beneficio poniendo en
muchos individuos una carga mental innecesaria causa de un estado de ansiedad
permanente.
Por eso sabía que cuando se anunció la noticia de que Facebook tienepensado implantar un botón para expresar desagrado por algo (dislike que es una palabra que se usa
bastante poco ya que cuando algo no gusta simplemente se silencia sin más), la
sangre no iba a llegar al río. Básicamente, lo que Facebook está estudiando es
la posibilidad de que los usuarios puedan expresar su desagrado ante una mala
noticia o una situación injusta, pongamos la noticia de una hambruna o un
asesinato en masa en una escuela. Hasta ahora las únicas opciones para los
usuarios de Facebook más participativos era pulsar el botón de like lo cual era ciertamente equívoco.
Facebook no pretende alterar ni un ápice aquello que ha sido el secreto de su
éxito, o sea, el buen rollo y la capacidad de la gente de contagiar energía
positiva y metamorfosearse para mejor.
Y, sin embargo, no se hasta que punto Facebook llega tarde en lo del dislike. Los millenial ven ya Facebook
como una anticualla, un reducto de viejos pedos (sus padres) y se están pasando
masivamente a Twitter donde los trending topic son muchas veces
polémicas, discusiones cuerpo a cuerpo, una declaración altisonante.
Acaso tanto optimismo y energía positiva esté acabando por aburrir al
personal.
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