No es uno de los rasgos más
admirables de los españoles vilipendiar al rico por el mero hecho de serlo.
Resulta igual de despreciable que el respeto al dinero porque sí. Para
explicarlo, por pereza mental más que otra cosa, se ha hablado demasiado de la
herencia católica, del “antes pasará un camello por el ojo de un aguja que un
rico ingresará en el reino de los cielos.”
No, no es sólo eso, ni mucho menos. No es sólo la riqueza el quid de la
cuestión. Es el rico.
Se ha dicho también muchas veces que a los ricos en España no se les quiere
porque han logrado su fortuna gracias al Boletín Oficial del Estado mientras
que los americanos lo han hecho gracias a sus ideas, espíritu emprendedor y
amor al riesgo. Tampoco ha sido exactamente así.
A Amancio Ortega no se le quiere tanto como a Bill Gates y no es que Ortega
no haya hecho su fortuna quizás recibiendo quizás menos favores del gobierno
que Gates pero su producto no ha cambiado el mundo y, para que engañarnos,
tampoco es tan generoso como Gates aunque si de más de lo que muchos piensan.
Entonces, ¿por qué los españoles no quieren tanto a
Ortega o a Isaac Andic o a Juan Roig?
Sencillamente porque no les conocen. Ortega salió a regañadientes en una
foto cuando se lo exigió la CNMV para que Inditex pudiera salir a bolsa. Muchos
no saben si es de Valladolid, de León o gallego. A Isaac Andic, el dueño de
Mango, no le reconocerían cuatro tomando una caña en un bar. Nadie sabe sus
opiniones, ni como hablan, ni a que dedican el tiempo libre. En realidad, ¿habéis leído alguna entrevista o visto un programa
de televisión sobre Ortega? Yo no, y leo bastante todo tipo de prensa.
Lo que no se conoce, no se puede querer ni admirar. No conozco lo que
Amancio Ortega opina de nada. Ni a que se dedican sus fundaciones. He leído
algo de sus negocios inmobiliarios.
Es verdad que en América siempre se ha admirado a los ricos. Y que muchos
ricos americanos son generosos. Pero es que también es verdad que los ricos
americanos tienen presencia en la esfera pública, salen en la tele, dan
conferencias, van a la universidad, juegan al Bridge en campeonatos populares
(como Gates), se les conoce, se les toca, se conocen sus opiniones, sus
obsesiones, sus fobias, son seres humanos.
Amancio Ortega aparece como un hombre distante, introvertido, receloso,
defensivo, averso al riesgo a pesar de su imperio de la moda. Isaac Andic es
tres cuartos de lo mismo, siempre hablando en foros de empresarios, alejadísimo
de las preocupaciones de la gente. Villar Mir o Florentino Pérez, a pesar de su
presencia en el mundo del fútbol, aparecen demasiado próximos al poder, al que
sea, y en ese escenario turbio que es el palco del Bernabeu.
Es normal que no les quieran y no sería tan difícil cambiarlo si a alguien
le importara.
Cesar, no creo que a los ricos se les pueda pedir que asuman la carga de sacrificar su intimidad. Si yo me hiciese rico querria seguir paseando anonimamente por la calle, y no ser objeto de atención pública en absoluto. Con los impuestos económicos ya vale, de otro tipo serían injustos.
ResponderEliminarEntiendo lo que dices, Juan Luis. Pero ni Ortega, ni Andic, ni Villar Mir son anónimos, ni mucho menos. No te los encontrarás de cañas un día cualquiera por la Cava Baja. Es una decisión personal, por supuesto, pero si quieres ser admirado tienes que asumir una intervención en los asuntos públicos, como hacen Buffet o Gates, de la que en España y muchos ottos países no hay tradición.
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