En el otro extremo nos encontraríamos la buena América. La que representa New York y el grupo de 12 o 14 areas metropolitanas donde se acumularía lo que el sociólogo Richard Florida dio en llamar the creative class, una combinación humana difícil de definir en la que se incluirían ingenieros de software (sobre todo) y de cualquier otra clase, diseñadores, artistas, cocineros, profesores universitarios, emprendedores y cualquier otra profesión que requiera de algún tipo de inventiva. Una clase que otros han denominado bobos (bourgeois and bohemians o burgueses y bohemios), un concepto inventado por el escritor David Brooks en su libro Bobos in paradise hace una década que sirve para definir a este grupo de personas relajadas en las formas y los horarios pero de una disciplina militar en el trabajo, o sea tipo Steve Jobs y similares. Una América si no laica (un concepto ajeno para el americano que ni siquiera encuentra una buena traducción al ingles) si entregada a las religiones orientales, favorable a la inmigración de ingenieros indios y chinos, cultivada y que apoya a Obama sin condiciones. La América que representan ciudades como San Francisco, Seattle o Portland, todas ellas ciudades a la que viajo con cierta frecuencia para visitar a la familia de mi mujer.
Pero yo quería hablaros de Portland que es la mas terrenal de las tres ya que las otras dos, sobre todo San Francisco, se ha convertido en un refugio habitado solamente por millonarios o gente muy, muy pudiente. Portland, probablemente solo conocida por muchos españoles por ser la sede de los Portland Trail Blazers, el equipo de baloncesto en el que jugaron Fernando Martin, Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, pasa hoy por ser el refugio de los bobos que no pueden permitirse vivir en ciudades mas caras o con mejor clima. Portland es la tercera o cuarta ciudad en número de doctorados per cápita de los Estados Unidos, después de San Francisco y Seattle por supuesto, que es un dato que aquí se tiene mucho en cuenta. Tiene una población joven (apenas hay cementerios o se lee sobre defunciones en The oregonian), una mezcla atractiva de familias y solteros de todas las tendencias, la gente va en bicicleta, amplias secciones de comida orgánica en los supermercados y una importante cantidad de foodies que salen a restaurantes dos o tres veces por semana y están dispuestos a desembolsar importantes cantidades en arsenal de cocina. En Portland hay escuelas públicas con itinerarios alternativos para niños con vocación creadora, mujeres en la treintena que estudian masters online en chamanismo y un sistema de transporte público que es gratuito en el centro de la ciudad. Los únicos peros que le ponen sus followers son la lluvia y que quizás hay demasiada gente blanca por las calles.
Portland, y el estado de Oregon al que pertenece, llaman la atención al español por otras razones. Se pagan en general pocos impuestos, por ejemplo no existe el IVA en las compras con lo que los precios son de un 8 a un 10 por ciento menores que en la mayoría de los Estados Unidos. Este factor hace que la mayoría de los empleos públicos estén relativamente mal pagados en este estado. Este hecho tiene reflejo en otras áreas como la cultura en la que las subvenciones apenas existen. Hace poco fui al Museo de Arte Contemporáneo de esta ciudad a ver una retrospectiva de Shoah, un documental de 10 horas producido hace 25 anos sobre la vida en los campos de concentración por el que había que abonar 10 dólares por visionar cada una de las partes, lo cual resultaba lógico si tenemos en cuenta que no había mas de 10 o 12 personas en la sala en cada sesión. Los bobos, como el resto de los americanos, son además tremendamente respetuosos con el espacio público y con el aspecto exterior de sus casas que están primorosamente cuidadas, lo cual a su forma de ver no esta reñido con la bohemia o la libertad. Tampoco con el respeto, una de las atracciones de la ciudad es un santuario católico levantado por vietnamitas llamado the gratto abierto al público en el que nunca he observado no un graffiti sino algo que se asemeje a una mancha. Asimismo, las mujeres están de vuelta de estar de vuelta. Muchas de ellas, con doctorados o buenas carreras profesionales, han renunciado a ellas, viven del sueldo de sus maridos y pasan el día llevando a sus hijos de una clase de piano a otra de soccer con un vaso de Starbucks en la mano. No tengo dudas de que a muchos españoles entusiasmaría este panorama pero si las tengo respecto a la posibilidad de que florezca una autentica sociedad de bobos en nuestro país en el caso de que sea lo deseable. ¿Diferencia de creencias o valores? Si, claro, empezando porque los bobos norteamericanos piensan que levantarse todos los dias por la mañana tiene sus riesgos y no tienen ningún problema ni con la economía de mercado ni con un estado pequeño.